I took a trip down to L'America

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cinco minutos fuera de Amherst

Hagamos un ejercicio de visualización. En una plaza de la capital, decenas de miles de estudiantes se concentran delante del parlamento de la nación contra un proyecto de ley educativa promovida por el gobierno. Hay universitarios, pero en su mayoría son estudiantes de secundaria. También hay padres, profesores, e incluso un sindicato de estudiantes ideológicamente afín (en teoría) al gobierno. No recuerda para nada las concentraciones que se llevaban a cabo allí mismo treinta años atrás. Es colorida, tranquila, pacífica. Los comerciantes no han echado la persiana. Los maestros han acompañado a los estudiantes, bromeando con el desconocimiento que tienen sobre el emplazamiento exacto del lugar.

15 minutos después, niños (sí, niños) de 14 años corren ensangrentados y desorientados. Un camión ha pasado tranquilamente el cordón policial ("no les hemos visto", declara un policía. Es un camión. Un puto camión, no un jodido triciclo) y ha descargado a unos sesenta jóvenes partidarios del gobierno de entre 20 y 30 años con bates y cadenas. En las narices de la prensa, han empezado a repartir estopa a chavales indefensos e ingenuos. Una maestra se encara a gritos con un policía. El funcionario la conmina a callar. Ella le espeta que atajen la violencia, que es su trabajo. El policía le responde que son "los suyos" los que se han dado a la violencia. Cuando una estudiante les grita que lo que quieren ellos son enfrentamientos y violencia, el macarra uniformado le responde que debe ser más educada.

En mitad de la refriega, una visión surrealista. 20 matones se ven aislados del resto. Con toda la parsimonia del mundo, atraviesan un cordón policial que cierra la salida de la plaza para volver a entrar por otra calle donde tampoco les para nadie. Un periodista que intenta seguirlos se ve frenado por un funcionario armado. "Dónde cree que va?" Muestra su identificación profesional y, mientras la examinan con muuuucho cuidado, les pregunta por qué tanto problema con él si han dejado pasar a los camorristas. "Quién? No hemos visto a nadie"

Tras unos minutos interminables, alrededor de 400 estudiantes pasan a la acción. La plaza se convierte en un campo de batalla. La policía tarda apenas unos segundos en cargar brutalmente y formar un cordón de seguridad en torno a los 60 reventadores de la manifestación. Estudiantes opositores caminan hacia el cordón de "seguridad" con los brazos en alto pidiendo explicaciones. Sin botellas, sin porras, sin cascos. Con las manos vacías y en alto. El que va en primer lugar recibe por toda respuesta un porrazo (de un funcionario) en la nuca que lo manda al hospital.

No es Praga en el 68. No es Tiananmen. No. Es la Piazza Navona de Roma, el viernes pasado. Los fascistas (sí, fascistas autodeclarados) reparten hostias a mansalva en las narices de la prensa y la policía observa y espera la ocasión para apalizar manifestantes.

Cuando te lo cuenta con ojos vidriosos alguien que se plantea seriamente si merece la pena voler a su país te invaden sentimientos extraños. Por eso me salgo de la temática de la bitácora y me sale este post, porque se me queda un mal cuerpo que no me deja escribir sobre Halloween. Aquí la noticia en italiano. Ací un resum en valencià.

Rabia.

PD: Blogger me ha vuelto a joder la marrana y se ha cargado un par de párrafos. Otra más y me paso a Wordpress. De verdad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jrasias por la felicitación, pero aún me quedan unos diíllas en los alegres 25... Respecto al post, solo puedo decir pfffffffffffffff
Bicos!!!