I took a trip down to L'America

viernes, 31 de octubre de 2008

Ruido

Ella le pidió que la llevara al fin del mundo, empezaba diciendo el ubetense. Me temo que yo voy a ser más prosaico. Y eso que mi madre se ha llevado un disgusto de aúpa cuando se lo he dicho. Pero las cosas en este negocio son así, vivimos con ello y a mí personamente apenas me afecta, será que soy un pragmático, será que me falta sangre o será que no pongo bastante pasión en el asunto. El caso es que, cuando he visto que ya no había nada más que hacer, que era un caso perdido, me ha salido poco más que un Boh de esos que me han vuelto a pegar los italianos. Pues nada, a seguir para alante, la semana que viene cambiaremos de palo y nos pondremos con otra cosa, que por posibilidades a mano no va a ser.

En el fondo no pasa nada, simplemente que no hemos podido sacar nada de las observaciones que teníamos y con las que he estado trabajando. No se observaron todas las horas que se pidieron, la galaxia que queríamos estudiar estaba muy baja en el horizonte, con lo cual la "luz" que llega de ella tiene que atravesar mucho más aire en la atmósfera, perdiéndose información y, además, se ve que la atmósfera estaba con ganas de bailiar el hoochie coochie, acabando de joder la marrana. Así que nanai, a buscar otra cosa, de momento M83 tendrá que esperar.

Que por qué el dramatismo del principio? Porque hay días en los que te apetece hacer prosa grave (ojo, por gusto, no se me vaya a alarmar nadie) aunque sepas que te sale chunga. Y porque el título se prestaba un poco. Como sé que por estos espacios de la red hay gente cuerda y sensata que procura mantenerse todo lo lejos que puede de la ciencia, una aclaración: como los astrónomos somos así de poéticos, cuando no podemos sacar nada de provecho de una imagen no decimos que no se ve nada. Decimos que es too noisy. Demasiado ruidosa .

Y esta vez el ruido no me ha dejado escuchar a las estrellas.

martes, 28 de octubre de 2008

Crosby, Stills, Nash & Martinez

Vuelven a tocar a pocos metros de mi ventana. Hay dos guitarras, un banjo y una armónica. Están tocando Heart of Gold. Me voy para afuera. Cagando leches.

[00:15] No han durado demasiado. Llevo dos meses casi sin tocar, esta peña controla mucho, mucho, me ha dado palo coger una guitarra. Pero, milagro, todavía no se me han olvidado unos acordes.
Em, Am7, G.
Em, G, D, Am7, C, G.
F#, F, Em.
Reach out and touch faith.

Estos momentos no valen por 3 meses lejos de casa. Valen por 3 años.

domingo, 26 de octubre de 2008

Fiestas variadas en el paso del ecuador

Ya pasó el finde. Domingo por la tarde, respirando calma. La Brigada Garibaldi se ha ido a echar el día al IKEA de Boston: los domingueros son globales y cada vez más uniformes, qué miedo. Así que me he planteado el día tranquilo. El clima, por alguna extraña razón, ayuda. Después de habernos ido a bajo cero esta semana, haciendo sonar todas las alarmas ("necesito una chaqueta", "tengo que comprarme unos guantes", "no me vuelvo a rapar hasta que vuelva a casa"), esto debe ser el veranillo de Todos los Santos, así que he podido tomarme el café al solete más agusto que una lagartija. Comida, paseo y tarde tranqui con peli y lavadora. Sólo he echado en falta un batín, vamos.

Por lo novedosas, las ganas de pasar un día así lo han hecho más singular si cabe. No conozco del todo los estándares de aquí, pero creo que me puedo dar por satisfecho con la dosis de fiesta del weekend. El viernes salimos a cenar y se lo comentamos a una alemana. Declinó la invitación, tenía un plan previo en la casa de una amiga donde montaban una fiesta. Eso sí, nos invitó a pasarnos al acabar de cenar. Y nos pasamos. Fiesta universitaria a la yanki: una casa, bebida, música y peña bailando. Pues oye, la mar de bien: nadie nos preguntó de parte de quién  veníamos, ni nos miraron mal por gorrear cervezas siendo que habíamos venido con las manos vacías. Y fue allí donde acabé de conocer al colectivo español en Amherst. Sí, acabé, porque ya había empezado: hará dos o tres semanas, me encontré con dos valencianos en el comedor. Y mira si hubo feeling que después de dos minutos de conversación insulsa quedamos en un vago "pues ya nos veremos por aquí". Ni mail, ni teléfono. Y no pasa absolutamente nada: a mí me parecieron un par de ingenieritos gilipollas de los que acostumbraba a huir como la peste cuando estaba en la facultad [Nota per als companys de la terra: Sí, diuen "nano" cada tres paraules], y supongo que la imagen que les dejé yo no fue mejor. Y ya está, saludé a uno con poca convicción al verlo, él no pareció mucho más entusiasmado, confirmé las sospechas y a seguir. El resto del personal, pues variado: un tío algo desbaratao, una chica que parecía maja y una reina del baile muy ocupada en aparentarlo. Una de dos, o me estoy acostumbrando a estar lejos de casa o soy un bicho antisocial, pero no tengo el más mínimo interés por juntarme con los españolitos. No se me malinterprete: si coincidimos, bien. Buscarlo, no.

[Intermedio. Abrid una película en el ordenador. Poneos los auriculares. Dadle al play. Ahora, hablad a un volumen lo suficientemente alto como para tapar la voz del video, como para que sea imposible entender o simplemente oir lo que dice. Pues bien, a ese volumen está hablando por teléfono mi compañero de habitación. Una cosa bárbara, joder, y cuidado con quién lo está diciendo. Y no pasa sólo hoy. Puede pasar cualquier día, a cualquier hora. A veces antes de levantarme, se lía a gritos. Otros días más cachondos, empieza cuando apagamos la luz para (presuntamente) dormir. Se puede saber qué coño está haciendo? Un pastor llamando al ganao a su lado es Gainsbourg susurrando Je t'aime. En serio, es enervante. Eso sí, de tanto en tanto se calla un momentín. Para largar un escupitajo a la papelera]

Pues eso, una fiesta bastante tópica con mucho extranjero. Antes de que nadie lo pregunte, desmiento: es falso que te reciban con una mamada, como se empeñaba en creer el otro hombre que nos acompañaba. La cosa acabó cuando el anfitrión nos contó que, de tanto salto en el salón, se había soltado la abrazadera de un tubo de la calefacción en el sótano, así que ya tardábamos en coger puerta o igual acabábamos de petar el tubo. Total, la bebida ya se había acabado. Una y media de la noche, no está mal.

Y el sábado, pues [James, por favor, PARA DE ESCUPIR!] cenita de cumpleaños. Por mucho que se empeñaron los invitados, un ortodoxo jamás hace paella para cenar, así que se tuvieron que contentar con tortilla de patatas y pimientos asados con bacalao como bandera de la gastronomía del terreno. Hay que destacar el sitio donde fuimos a comprar, un supermercado increíble, el sitio más variado que he visto en mi vida. Lo pagas, claro está. Pero puedes comprar vino bueno (lo que aquí equivale a pasar de 9 dólares), y así la noche es la mar de divertida. Las gracias, a Sara, que es la que puso las infraestructuras. Aunque hubiera sido cachondo cenar en mi habitación, todos sentaditos en la cama...

Sólo se me ha quedado una cosa en el tintero. Ayer por la tarde salimos de compras. Paolo y yo necesitamos una chaqueta seria para no ver la muerte cerca el día que, sin previo aviso, los termómetros se vayan a -10 ºC. Con una oferta que había en una tienda de deportes y el cambio ventajoso euro-dólar de este verano me he agenciado a muy buen precio una chupa con la que me puedo ir de rave al Aneto en nochevieja. Pero tengo una espinita clavada. He descubierto una tienda en Northampton. Se llama Sid Vintage. Sí, el rótulo usa esta tipografía. Es de segunda mano. Y hay una amplio muestrario de chupas de cuero bestiales por un precio entre 50 y 70 dólares.

No necesito consejos. Lo que pido son excusas del tipo "me animaron los colegas, yo no quería" para hacerme un regalo de cumpleaños.

Sed buenos. Y gracias por las felicitaciones.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Blogger apesta

Mogoshón, además...

jueves, 16 de octubre de 2008

Qué coño es un superwidewindow?

No sé hasta qué punto lo que ha pasado es una encerrona. Para considerarlo como tal, se supone que yo tenía que estar engañado. O, más bien, que me tenían que haber engañado a conciencia. Y  no creo que esto se haya dado. Más bien he pecado de ingenuo. He dado por sentadas cosas que no lo estaban tanto, ni mucho menos. Y claro, me he quedado un pelín con el culo al aire.

Aun a costa de que esto quede muy técnico, voy a intentar poner en harina al pobre desgraciao que esté interesado. Yo he venido aquí a trabajar con unos datos. De un telescopio en concreto (CARMA, para los iniciados). Un telescopio con cuyos datos no había trabajado antes. Y, como pasa a menudo es este mundillo, con un software específico. Porque claro, como somos una comunidad taaaaan amplia, nos podemos permitir tener programas o rutinas distintas para cada instrumento o tarea. Que no somos tantos? Ya te digo, si nos repartimos la totalidad del software tocamos a casi un programa entero por astrónomo. Resumiendo: había usado antes el programa en cuestión (Miriad), pero para otro proceso. Y este que estoy haciendo es algo totalmente distinto. 

Y es cuando piensas "pero ya habrán tenido tiempo de llegar a unos estándares" "al fin y al cabo no puede ser tan distinto" "cambiará sólo el nombre de los comandos, no la secuencia lógica que hay que usar" "coño, no puede ser tan distinto". Ah, triste optimista! Ah, desdichado ilustrado! Ah, bobo de marca mayor! Manga por hombro, está la cosa. No es que no me aclare, es que no consigo entender qué coño hace cada comando. Es que todavía no he entendido la estructura de los datos. Y lo que es peor: no consigo encontrar por ningún sitio un documento que lo explique.

Es esto un problema insalvable? No. Me ha pasado cada vez que he empezado con algo nuevo. Pero hay un problema añadido: el manual es un completo desastre. Introduce conceptos que hay que usar sin explicarlos ni definirlos. Y búscate la vida para modificar los ejemplos que te da de forma que sean útiles para tu caso concreto

Así que le iba preguntando al jefe cada dos por tres. Y sin embargo, tenía la sensación de que había gato encerrado. De que olía a cuerno quemado. De que no era normal que cada vez que hablaba con Min y le soltaba alguna idea peregrina que se me ocurría para salir del atolladero, le pareciera genial. Esa comezón que te hace pensar que tal vez Tatiana se llama Manolo (y tiene un agujero sólo).

Efectivamente. Después de completar un ciclo de calibración (desastroso, por supuesto), le he comentado que ya había encontrado al menos un error, así qie ya sabía por dónde empezar a corregir. Y entonces, como el padre que mira orgulloso a su hijo desvirgado, como el hermano mayor analfabeto que se enorgullece del bachillerato del pequeñín de la casa, me ha mirado. Ha asentido. Y ha pontificado "seguramente será eso. De todos modos, tú ya sabes más sobre este proceso que yo"

Conque en esas estamos. Tengo un portátil. Tres horas y media de observación del disco externo de una galaxia cercana. Un manual infame en versión proto-beta. Un conocimiento ínfimo del proceso, pero superior al de mi supervisor.

Y dos cojones como el caballo de Espartero.  A arremangarse tocan...

Addendum: Networking, networking, networking. Trabajo en red? Sí, pero en la red de contactos que te vas tejiendo. Tras mandarle un SOS ha aparecido volando en su alfombra mágica el califa de Algeciras con un script de calibración. Y él coincide conmigo , aunque más poéticamente (copio) "Así como CARMA es una maravilla, su cookbook es una solemne mierda" GRACIAS, SHAL·LY!!


sábado, 11 de octubre de 2008

Un mes

Pues sí, nada más y nada menos. Siendo rigurosos, el mes se cumplió ayer, pero tampoco me pilló con ganas. Así que, para celebrarlo, he cogido el ordenador y me he venido al Amherst Coffee a marcarme un post con una birra al lado. Apunto antes que nada que ésto tiene trampa: el wireless es de pago, así que estoy escribiendo en el editor de texto para copiar y pegar en la web cuando llegue a casa.

Como tengo una tendencia enfermiza a la autojustificación, vaya por delante que la insoportable pose que supone llevarme el portátil a un bar y ponerme a escribir tiene explicación. Una explicación que va más allá de que me inspire el aroma a café y whiskey, o de intentar sentirme como un contertulio del Café Gijón o de Els Quatre Gats. Simplemente, me asustaba la imagen de verme solo, acodado en la barra mirándome los nudillos o los dedos entrelazados alrededor de la pinta. Recuerda demasiado a los borrachos profesionales, y me ha dado un pelín de miedo.

Pero bien, al tema. Un mes. Se ha pasado volando, eso lo primero. Obviamente, ha ayudado bastante el hecho de haber pasado dos semanas en Cambridge, pero aun así se ha hecho breve. Y ha dado juego, todo el que puede dar la observación de conductas y maneras que, al fin y al cabo, son de otra cultura.

Un ejemplo llamativo: la gente te saluda. Y no me refiero a la gente del departamento. Vas por la calle, te quedas mirando a alguien, aunque sea sin querer, aunque sea porque las miradas se han cruzado, y te saluda. Que tiene coña. Te han vendido tantas veces que aquí prima el individualismo por encima de todo que esperas encontrarte algo parecido a lo que sentimos los del ámbito rural (ese retruécano horrendo que se usa para decir "los del pueblo") cuando nos mudamos a la capital, pero en versión corregida y aumentada. Pues no, todo lo contrario.

Y cortado por un patrón parecido, situaciones extrañísimas. Más allá del camarero que te da dos minutos de palique sobre el sitio de donde vienes cuando entiende que eres extranjero. Hace apenas tres días fui a pagar para entrar a cenar con un billete de 50. La cajera que pone mala cara. Una voz detrás de mí que musita algo ininteligible y alarga una tarjeta. La cajera la pasa dos veces. Me acaban de invitar. "What?" "How?". Que sí, que sí, que te ha invitado la chica, eres su invitado. Y con la supina cara de gilipollas que se me queda no se me ocurre otra cosa que preguntarle a la muchacha "Why?". Y claro, entonces, en tu oxidado concepto europeo de la galantería, entiendes que por lo menos tendrás que sentarte con la señorita a cenar y parlotear un poco. Pues no. Se adelantó, cogió su bandeja y se perdió entre el tumulto. Si me siento en el borde de una cama y me hacen una foto, Lost in Traslation.

Esa misma extroversión tiene puntos buenos de tanto en tanto. Hace apenas dos noches encontré a la entrada de la residencia a un par de músicos que ya había oído desde mi habitación. Un rubiete con una guitarra y un chinaco con una armónica. Me paro, respetuoso, a cinco metros para escucharlos. Paran, me miran y se presentan. Y en cuanto se enteran de que en alguna reencarnación pasada he sido músico, el chinaco se va a su habitación y vuelve con un djembé. Que dices "joder, a estas alturas otra vez aporreando djembés, a mí ya se me ha pasado la edad de hacer esto". Pero oye, no había otra cosa, así que a la de tres entramos, en Sol. Y no habíamos acabado el primer blues cuando se para una negrita al lado. Repetición de la jugada: parón, presentación y preguntas. "No, yo no toco, I'm a singer" "So come and sing with us". Y allá que la chavala se arranca por Rythm'n'Blues y nosotros detrás. Al final, cuando cogió el tranquillo, hacía como pasitos adelante y atrás cuando cantaba. Por supuesto, ya que mi Orquesta ha decidido ponerme los cuernos y buscarse un batería en mi ausencia, voy a traicionarlos en justa reciprocidad y ya hemos quedado para ir a un local donde hacen Jam Sessions. Por cierto, tocan de la hostia. El chino empezó a explicarme que había dado clases con un tío muy bueno: "Ha tocado con gente buena, no sé si te sonarán. Muddy Waters, Eric Clapton..." No, que va. Para nada. A mí me sacas de Britney y Cristina Aguilera y no te sé decir. Ojo al parche...

El guitarra hoy estaba liado, me lo he encontrado cenando y se ha excusado. Así que no habrá viajecito. Pues nada, peli y libro. Atracón al canto en cuanto vuelva del bar. Este año me he tomado más en serio lo de aprovechar el tiempo muerto, y ya llevo tres libros y un folletín. Casi nada digno de reseñar, la verdad, pero he retomado la afición a la lectura, que la tenía algo abandonada. Si a eso le unes que tengo dos tarteras de CD's del videoclub "El Rabino Feliz", te encuentras con que puedes hacer unos combos la mar de graciosos. Hace un par de semanas fue en plan "Yankee Night": Primero, una hamburguesa para cenar con una cerveza local. Después, un rato leyendo "On the Road" (me compré una edición preciosa en Harvard por cuatro perras). Y, para rematarla, Patton. Así, a lo bruto. Cuando acabó, si llego a tener una guitarra, me hubiera arrancado con "Do not forsake, oh my darling", o algo así. 

Qué más puedo contar? Que se me está acabando la provisión de tabaco de casa y hoy he empezado a buscar alternativas gringas. Que el frío se resiste a llegar, así que hoy me he pegado el paseo por la tarde en manga corta. Que aunque no haga fresco, el otoño está empezando a ser espectacular. Que el sol de octubre pegando en árboles con todo el pantone que va del verde al rojo es digno de verse.

Y que se me ha acabado la birra, así que me vuelvo para casa.


Salut!

jueves, 9 de octubre de 2008

9 d'octubre

Aquest dia ací es fa un punt estrany. No tant, però, com podria ser-ho, car ja és el tercer seguit que em pilla lluny de casa. Però enguany és especialment lluny. I des d'ací em senc com un fill que ha fugit de casa i, el dia de l'aniversari de sa mare, es neguiteja veient-la embrutida, rondant els homes mes bruts, eixos que s'enriuen d'ella, que la maltracten, que disfruten vestint-la d'or com una puta mentre la restreguen pel fang. Com aquell que la veu i sap que, a més, tot això esdevé perquè ella es deixa.

I sospirant, i amb l'amor que sols pot ser filial, per com d'inconscient, d'irracional i de visceral que n'és, alça la veu i es reivindica: serà puta, bruta, baquetejada i lletja, si.

Però és la meua. 770, en fas ja. Per molts anys. T'estime.

 

domingo, 5 de octubre de 2008

Mediterráneo al rescate!

Estaba ya resignado. Al fin y al cabo, no era tan mal plan, el fin de semana pasado lo había solventado bastante bien. En Amherst hay un restaurante italiano, y sirven vino por copas. Las mesas de al lado de la ventana, que es enorme, son pequeñas, así que si llegas solo es fácil que te coloquen ahí. Pides y sacas un libro. Tienen además el detalle de colocarte un platito con aceite de oliva con ajos y guindilla macerados y un poco de perejil con una cestita de pan de focaccia, así que esperas la pasta tan ricamente. Comes con el libro abierto, como un intelectualillo del tres al cuarto, te bebes el chianti y después, antes de ir al despacho a currar un ratillo, paras en una cafetería donde tienen una máquina para hacer espresso. Y además, como está en la ciudad, te pegas un paseíto de veinte minutos a la ida y otro a la vuelta. No es mal plan.

Aparte, aquí es bastante común ver a la gente en los bares con Wi-Fi con el ordenador. Y oye, los post escritos en un pub con una pinta de cerveza deben quedar bastante bien. 

Estaba ya planteándome si lo que había estado bien para un fin de semana podría degenerar en miseria emocional al cabo de dos meses cuando, el jueves por la tarde, tocan a la puerta del despacho. Y yo con tres (3!) ventanas del Messenger abiertas. Manzanita-Tab, pantallazo del Gmail y me giro para encontrarme, presumiblemente a Min.

Y a quién me encuentro? A la post-doc italiana, Sara, hablando a una velocidad de padrenuestro en 7 segundos y contándome que el día ha sido un asco y que necesita salir a tomarse algo. 

Y es que sí, parece que la cosa ha tomado otro color. No hay nada como la comunidad de latinos expatriados para sentirte como en casa. Me hace gracia todavía cuando los más listillos que se quieren ir de Erasmus para aprender un idioma reniegan de Italia. "Italiano? Para qué? Si no sirve para nada" Al final, en todos los congresos, en las escuelas y, si tienes la suerte que yo he tenido, en los sitios a los que vas a trabajar, acabas juntándote con los italianos. Seguramente porque hablan inglés tan mal como nosotros, y así acabamos entendiéndonos. Pero claro, si llegas hablándoles en su idioma, pues la cosa se hace más fácil. Y ese es el caso.

Pues eso, unos vinitos el jueves por la noche y cenita y birras el sábado. Solos? No. Y aunque hubiéramos estado solos lo negaría, para evitar levantar susceptibilidades. El jueves se vinieron dos alemanas que ella había conocido en el autobús. Y el sábado una texana con una camiseta de Obama que habla italiano por los codos y que  nos invitó a una fiesta del departamento de italiano que había hoy domingo. A la barbequiú en cuestión ya me ha dado reparo ir, otro día será. Y tengo excusa: como buen hombre de ciencia todavía me faltan dos o tres iteraciones para acabar una cosilla (el proceeding de la SEA, para quien lo pueda entender) que hay que entregar antes del viernes. Además, cuando estábamos dejando a la gringa, el tema había derivado hacia la cualidad hereditaria (que por cierto los extranjeros encuentran curiosa y divertidísima) de la jefatura del estado español. El problema vino cuando comentamos que el heredero de la corona italiana ahora anda reclamando tropecientos millones de euros al estado italiano (y Berluska, como te descuides, se los pagará) en concepto de indemnización. Y a mí no se me ocurre nada mejor que decir que, puestos a derrocar monarquías "lo mejor es hacerlo a la rusa. Esos sí que sabían. Pasas a todos por la bayoneta y 80 años después nadie reclama nada porque no dejaste ni uno"

Y es que reivindicar a los bolcheviques en suelo yanki era una cosilla que tenía pendiente desde hacía tiempo. Ahora sólo me queda montar en globo y otra cosa. O puede que ni eso.

Lo dicho: creo que, si no amigos, ya tengo a alguien a quien salir de cervecitas le gusta incluso más que a mí y está dispuesta a hacer una labor social con un pobre inadaptado a la vida yanqui. Ah, y es de Roma. E viva!



Se merecen el homenaje

PD: Poco a poco vamos sabiendo. Sudán.