I took a trip down to L'America

viernes, 14 de septiembre de 2007

Ja està? Doncs ale, marxa

Ya está. Sábado por la mañana. Las maletas casi hechas y el miedo al sobrepeso en el cuerpo. Al sobrepeso y a convertir esto en un post típico lleno de tópicos. Dije al principio de los días que no estaba claro si tres meses eran realmente poco tiempo. Sigo sin saberlo. Estoy intentando articular un discurso para soltarlo mecánicamente cuando la gente me pregunte qué tal me ha ido y, la verdad, no sé ni siquiera qué decir. Por una parte me apetece volver, eso es verdad. Pero no es porque esté mal, más bien porque la cabra tira para el monte. O porque tengo ganas de juerga. O dios sabe por qué. Después me preguntarán por la comida, y más de lo mismo. No estoy cansado de la comida de aquí, pero me apetece comer de casa, volver a perpetrar (que no guisar) arroces amarillos y no blancos y cosas así.


Las sensaciones y vivencias que me llevo... pues tampoco las tengo claras, habrá que esperar hasta que el tiempo me dé la perspectiva necesaria para analizarlas con lucidez. Es una incógnita saber si voy a volver más hedonista o más sensible, más despreocupado o más comprometido, más cercano o más distante. Puede que un poco de cada. Eso sí, el estado debería financiar temporadas bien lejos para todos los ciudadanos: al volver te pasas una temporada viviendo el día y disfrutando de la cotidianeidad de lo más reconfortante. Ya me ha pasado más de una vez, y creo que ésta no va a ser una excepción.

Vuelvo con alguien menos en la familia y alguien más que está por venir. Ese es el hito, el mojón de término que quedará señalando Taipei en mi camino vital, seguramente. La vida, que gira sin preocuparse de dónde te pilla, es lo bueno que tiene.

Paso de escribir nada más, esto es un pestiño. Gracias, muchas, a tod@s i tots i totes los que habéis pasado por aquí. A los anónimos, a los que algún día dijeron algo y a los fieles de todos los días al pie del comentario. 3500 visitas, dice el contador. Buenas son, como buenas hubieran sido 35. A menos que algún picoleto de Barajas quiera hacerse una foto conmigo, que colgaría rápidamente, clausuro temporalmente el chiringuito. Temporalmente porque dicen que antes de acabar un viaje hay que estar ya pensando en el siguiente. Hay quien ya está maquinando por mí, y me huelo que dentro de un año puedo estar quitándole el polvo al paellero, dándole un manita de pintura e invitando a una copa de aguardiente y torta de tomate para celebrar la solemne inauguración de La Paella 2.0 (no será Xina, eso seguro)

Hasta entonces, gracias de nuevo por la compañía.

Fue un placer.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Sé, però, que no s'estrena un prat
seguint sent rellogats
a dins una gran cova.
Mil espills em trenquen en la nit
colpegen el meu pit
i m'omplen d'ais la boca.
I un badall ofega el meu crit
i deixa l'ull humit
i el nas demana: Moca't!.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Nova sang arriba al meu cervell
i em sent tibar la pell,
i em torna a la memòria
temps de caça, de peixos i d'ocells,
de joves i de vells...
Però ara es altra història?...
Tot i així un qualsevol fracàs
em posa en el percaç
dels records sense glòria.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

No és clar, per tant també és obscur.
Tinc a davant un mur.
El riure se'm capgira.
L'atzucac em fa fer un atur.
Present, passat, futur...
i un mateix temps de mira.
Veig el blat més tendre que madur,
veig qui mana segur.
El món no avança: gira.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Un forat em torna a donar llum,
un cigar em don fum
i una ampolla, empenta.
Cec d'engany em guie pel bastó
malfie del color
i de lletra d'impremta.
Done fe d'aquestes sensacions,
li llence al foc carbó
i retorne als meus trenta.

Au, adéu! Comence el comiat
i sóc nou arribat.
No me'n vaig; sóc qui torna.

No os quejéis, cervantinos.

martes, 11 de septiembre de 2007

Acumulación

Seguramente este post es el último que redacto con cierta normalidad. 4 días, 4, son los que me quedan en Taipei y, si saco un rato para escribir algo más, supongo que será para intentar hacer balance, echar una mirada atrás o algo parecido. A menos que tengamos un terremoto (todavía) más gordo que el de la semana pasada, que, esta vez sí, fue para asustarse. Cuando mi madre me llamó para preguntarme por él, ya que mi hermano lo había visto en la tele, confirmé que la cosa no había sido una broma.

Así, por querer liquidar casi todo lo pendiente, tengo acumulación de historias en el buffer del tintero. Si no hubiera sido tan vago este finde y en vez de freakadas para físicos hubiera descargado más material no me vería en este brete. Aquí las cosas son al revés que en el mundo real: días de nada, vísperas de mucho.

Hubiera estado gracioso, por ejemplo, colgar alguna foto de la cena del viernes. Mi supervisor se ha pirado de congreso a Munich. Sí, sí, congreso en Munich a mediados de septiembre, y me ha jurado que no iba a éste. Por lo menos ha tenido la decencia de reirse cuando le dije que iba a hacer muchos contactos. Como tocaba despedirse, nos fuimos de cena a un japonés de campanillas, y la cosa estuvo la mar de graciosa. Para colmo a la salida quisimos meternos mano a mano en una disco y no me dejaron entrar por ir con sandalias. Tomad nota, muchachos, la estulticia reina en todos los rincones del orbe. Como nos picaba el morro, acabamos de cervecitas en el bar de siempre donde por lo menos tuvieron el detalle de pinchar este disco, así que me sentía como en casa. Tanto como para intentar explicarle al jefe lo que es un toro embolao. Otra foto que podría colgar, la del croquis que le hice. Valoración a vuela pluma: parece que ha quedado contento con mi trabajo, o eso insinuó mientras bajaba piripi del taxi.

También podría colocar alguna del día siguiente, cuando subimos al 101, el edificio más alto del mundo. El ascensor tarda 37 segundos en subir 90 plantas, un poquito menos que el del IAA en llevarte del sótano al primero. Y las vistas impresionan, para qué negarlo.

Me voy decidiendo, ahí va mi nombre chino:

Un par de compañeras del trabajo se estuvieron devanando los sesos un par de días hasta que encontraron algo que pudiera hacer el papel. Y ahí está, Ma-Win-Sen, la primera sílaba del apellido y el nombre de pila. Explicación de la falla:

-Empezando de derecha a izquierda, el símbolo grande que ocupa la mitad es "Ma"
-A la izquierda, mitad superior, "win"
-Abajo izquierda "sen". La única que sé lo que significa, "bosque"

Como es costumbre por aquí tener uno, me han hecho un cuño con el dibujito en cuestión. Vas a ver que risa cuando firme con él la ampliación de la beca...

Ya que se me acaban los días, también me he propuesto hacer algunas fotos para tener fondo de archivo. Tampoco me he pasado, no creáis: el mercado de al lado de casa, el torero pintado en la pared de una "Steak House" que me encuentro de cara cuando salgo a la calle y cosillas así. Me falta, hay que decirlo alto y claro, la foto de una familia taiwanesa (madre, padre y dos churumbeles) en un scooter. Creo que me voy a arrepentir de no haberla hecha en su debido momento.

Y está claro que, después de tanto divagar, tengo que cerrar con alguna instantánea épica. Aquí os pongo a la señorita que me encontré cruzando el paso de cebra que hay junto a la universidad (de donde había salido previamente) cuando fui a cenar el domingo por la tarde. Cuando la vi no pude por menos que recordar una copla que cantaban mis abuelos (cántese con la tonadilla de "ya se cayó el arbolito")



Xiquetes del mas del Xurro, asomeu-se a la finestra
xiquetes del mas del Xurro, asomeu-se a la finestra
asomeu-se a la finestra, asomeu-se a la finestra
asomeu-se a la finestra, que la truja us fot les faves

Addendum: "Ma" significa caballo. "Win", tatuaje. El caballo tatuado del bosque. Hay que joderse, parezco un apache

domingo, 9 de septiembre de 2007

6 dies encara?

 \Delta t = \gamma \ \Delta t_0 = \frac{\Delta t_0}{\sqrt{1-v^2/c^2}} \,
Ríete de la Enterprise, yo sí que voy a hipervelocidad. Porque, si no, ésto no se entiende.

martes, 4 de septiembre de 2007

Otro día será

Hoy era el día en el que iba a escribir el post definitivo, tanto a nivel de significante como de significado, que diría Saussure. Iba a desvelar las más obscenas perversiones a las que me he entregado en brazos de preciosas asiáticas de edad poco legal. Iba a relatar las más intrépidas experiencias que un europeo ha podido vivir en estas tierras desde que cascó San Ignacio de Loyola. Lo iba a hacer, además, marcando un antes y un después en la literatura, creando un nuevo estilo en lo que a redacción de una bitácora se refiere, marcando un punto de inflexión en la historia de las letras como tan sólo el Quijote, Ulysses o el Tirant lo habían hecho antes. Se iba a hablar de este post per saecula saeculorum y vosotros, queridos, íbais a ser testigos de excepción de un hecho tan singular.

Pero como mañana tengo una presentación he salido de la oficina a las once tocadas, con lo cual no tengo el cuerpo de jota. Así que, por lo menos, os coloco una gráfica de las que salen en mi pogüerpoint:
Y como veo que ésto se ha quedado muy corto, pues os pongo un vidrio:


Ale, a fer bondat

domingo, 2 de septiembre de 2007

Dar cera...

Ayer me escapé un poco de Taipei. No, no me perdí en las junglas del sur de la isla ni subí a los más altos picos que jalonan la cordillera central. Pero cogí el metro y me fui hasta la última estación. Los fines de línea suenan más literarios de lo que en realidad son, exceptuando el lugar donde los autobuses de línea de Liverpool daban la vuelta en los 60, la calle del penique creo que se llamaba. En el caso del metro de Taipei, el final de la línea roja se traduce a caracteres occidentales como Danshui, y resulta ser el mar.

En Valencia, la cabecera de una línea también acaba en el mar, en la playa de la Malva-Rosa. Con el chiringuito de los barcos creo que han inaugurado otra línea que va a parar al puerto. Me da igual, yo a la playa iba primero en bici y después en Vespa. Preferiblemente en exámenes de junio, después de cenar. Salía al Parterre, cruzaba el río y enfilaba la avenida del puerto desde el Palau. Y cuando llevaba ya como media avenida, inspiraba fuerte y me daba la sensación de haber abandonado la capital. Olor de mar, demasiada gente lo ha descrito ya como para que venga yo dándomelas de poeta marino. Era salir de la ciudad y dejar en ella todo, exámenes incluídos. Te dabas un chapuzón, hacías el ninot un rato y podías estar seguro de que no iban a pasar cinco minutos una vez arrancaras la moto antes de que algún valencianet se cebara con el cláxon o se olvidara de que a una moto hay que guardarle cierta distancia de seguridad, con lo cual volvías a las coordenadas espacio-temporales reales (València city, exámenes de junio) a base de hostias.

Por qué todo esto? Porque cuando llegué no notaba el mar por ningún lado. Sí, lo tenía delante, pero entre que no había playa, que el agua está sucia de pelotas y que no olía a mar (no, no olía), pues era un poco como seguir en Taipei. Estábamos en la desembocadura del río que cruza la capital (que, por cierto, no sé cómo se llama) y mirando en dirección opuesta a la desembocadura se veía una parte de la ciudad con un filtro gris. Taipei no es bonita ni vista desde el mar, manda huevos. Así que, dado que no nos podíamos extasiar con el paisaje, fuimos a ver el night market que había en una calle


Un coleccionista de tópicos se hubiera hecho de oro. Una calle estrecha de por sí en la que en todos los bajos hay negocios. Por si fuera poco, en doble fila, hay una línea prácticamente contínua de puestecitos móviles de comida. Y el western taste se queda en el McDonalds de la esquina. Podría llenar varios posts sólo con el reportaje que intenté hacer sobre estas paraetas donde lo mismo te hacen un calamar (enterito) a la plancha que te sirven un cucurucho de caracoles, pero de los blancos con forma de huso. La sensación del lugar parece ser que son unos huevos de tamaño parecido a los de codorniz (pero que igual son de iguana, vete tú a saber) hechos vuelta y vuelta. Tengo que hacer un álbum en Picasa sólo para colgarlas, a ver si os paso la dirección. La calle, por supuesto, tomada por urbanitas que tienen que hacer algo en sábado y con los olores típicos de un mercado taiwanés en versión corregida y aumentada. Algo grande, oyes...

Por esas cosas que pasan, la gente con la que iba (ayer tocaba japonesa, vietnamita, hindú y francés) tenían en mente ir a la playa. Algo sí que me pude reir de ellos hasta que finalmente, autobús y muchas explicaciones en chinenglish mediantes, llegamos a una playa de verdad, con agiua limpia, arena y bañistas. Y una temperatura del agua obscenamente cálida, para que luego vengan los cantábricos a decirnos que el Mediterráneo es una bañera llena de orín. El menda, que no iba avisado, no llevaba bañador, así que después de mojarme los pies -con los pantalones arromangados, abuelo vigilando a los nietos style- me senté en la orilla y me encendí un piti intentando descubrir en el horizonte la costa continental, ésa desde la que nos apuntan 2.000 misiles del Ejército del Pueblo. Fue entonces cuando reparé en que llevaba encima desde hacía un rato la bolsa de la compra. En la calle de los horrores que he pintado antes había encontrado una tienda de ropa tradicional. Que no tuviera un neón en la puerta y que las notas del interior fueran cálidos y no un reflejo de fluorescente en paredes alicatadas me dio buenas vibraciones. Al entrar lo confirmé, había ropa de lino, algodón y seda y además de bonita parecía buena. La dueña insistió en que lo hacían ellos, y es posible que así sea: los precios iban en consonancia, y la calle estaba llena de tiendas de ropa de las que cuando yo estoy en casa llamo de los chinos, por lo que supuse que sería verdad, ya que si algo tienen los taiwaneses entre ceja y ceja son los principios básicos del capitalismo, y no van a pagar el triple por una prenda sólo porque la tienda es más apañá. Entré con la idea de comprarme una camisa, pero la señora me engatusó para que me probara uno de esos pantalones que parecen saragüells de los que usaban mis ancestros para segar el arroz en l'Albufera. Una vez me los puse, sentí que me los tenía que traer de vuelta para casa, hacía tiempo que no me ponía nada tan cómodo.

Total: una playa china, una bolsa con ropa china, un atardecer chino... Hay momentos en la vida de un hombre que no hay que dejar pasar a menos que quieras arrepentirte de ello toda la vida. No cometí ese error:



Be water, my friend...

PD: Collons, ja és setembre!