I took a trip down to L'America

miércoles, 26 de noviembre de 2008

San Guivinsdei

Santo patrón de los puentes yankis. En apenas dos horitas me subo al coche de Paolo y cogemos camino al sur. En tres o cuatro horas se supone que nos plantamos en New Jersey, y cada uno pasa los cuatro días por su cuenta. A mí me toca primo y cena de Acción de Gracias con astrónomos exiliados, una reunión que tiene pinta de parecer la ONU.

Y por supuesto, aprovechando que me quedará a menos de una hora en tren, la visita obligatoria a The City that Never Sleeps. Pero mejor que os lo cuente Frankie, que seguro que lo hará mejor que yo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Disyuntiva dominical: O currar, o James

Me he venido un rato al despacho. El domingo por la tarde. Sí, lo sé, es triste. Pero tiene sus atenuantes y sus razones de peso. Por una parte, ayer conseguimos salir de fiesta. Volvimos a Northampton a cenar y después nos fuimos de bares con música en directo. Primero fuimos a uno pequeñito, el Yellow Sofa, casi en plan chill-out, que dirían los modernos, que también hace las veces de tienda de tarjetas de felicitación, donde tocaba un grupo raro que hacía versiones raras pero muy guapas. Y después, a otro donde al llegar estaba tocando una banda de rock/country a la que siguió, sobre las 12, un tío que pinchaba música rollo Motown. Muy chulo, pude bailar hasta cansarme, y ya me hacía falta. Queda, además, la constatación empírica: Northampton es la jodida isla de Lesbos. Fue graciosos el comentario de Francesca, la chica de Paolo, cuando le pregunté si sus alumnas son guapas: "Si, sono carine, ma sono tutte lesbiche. Ovviamente" Obviamente? Cómo que obviamente? Puedes meterle mil corolarios a esa frase, pero ¿obviamente? Pues sí.

La juerga de ayer hace que no me sienta especialmente miserable al estar trabajando un ratillo. Puedo también argumentar que soy un chapucero y la última calibración que hice la tengo que repetir antes del lunes. Puedo esgrimir también que me quedan aquí poco más de dos semanas, y que el miércoles me voy cuatro días de puente, así que hay que adelantar faena. Pero creo que lo que en realidad me ha empujado a venirme ha sido que no estaba dispuesto a pasarme el día en la habitación.

Si tienes ganicas de domingo tranquilo, estar metido allí, calentito y viendo pelis no es una mala opción. Además, Sara ha pasado una semana en Roma y me ha traído Gomorra en italiano, y estoy enganchao. Pero hay un detalle que a los más avispados no se les habrá pasado por alto: no vivo solo. Es más, vivo con una jodida subcontrata de telemárketing sudanés, porque de otro modo no se entiende. Anoche, cerca de las dos, y algo piripi, acabé por cerrar el libro, darme media vuelta y resignarme a esperar a que James acabara de hablar por teléfono. Antes me dormí que lo hizo. Y esta mañana, me ha despertado dando voces en swahili de nuevo. Joder, esto es como una pesadilla. Con la empanada de recién levantado he llegado a preguntarme si realmente había dormido o se había pasado toda la noche de conferencia. Salgo a por un café, vuelvo, y ya está de palique otra vez. Y con el estor bajado. He comprobado que, si no subo el mío, él puede estar perfectamente a oscuras todo el santo día, sólo con la luz del techo. Sé que no es un vampiro porque alguna vez sale a comprar después de comer, pero no tengo más razones para creerlo. Porque también come en la habitación. Y si no abre ni la cortina, no pretenderemos que abra la ventana. No, no. Así que el ambiente resulta no sólo lúgubre, sino también bastante cargadito. Y en esas estaba yo, pensando que el despacho no era tan mala idea cuando, a base de largar tremendos escupitajos a la papelera (mientras seguía con el teléfono, hay que ver), ha acabado por convencerme: me voy a calibrar datos, ale.

Soporto esto por varias razones. La primera es que, por razones de higiene mental, no suelo pasar todo el día en la habitación. Puede que lo haga un día cada dos o tres semanas. Y aparte, soy de natural apocado, así que prefiero salir a dar una vuelta y airearme (que ahora es sinónimo de helarme como un pollo) a una situación violenta del tipo "Macho, me das asco. ¿Puedes parar de escupir?" o "Esta habitación apesta, haz el favor de ventilarla". Por supuesto, lo disfrazo de pragmatismo, y me convenzo a mí mismo de que, para dos semanas que quedan, de las cuales voy a estar poco más de una con él, tampoco merece la pena montar un cristo.

Y además, puedo venir aquí, escribir cuatro tonterías y desahogarme. Y eso siempre reconforta.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Fresquete

No por previsible está siendo menos chungo. Nos ha llegado el frío. Y, como casi todo en este país, a lo grande.

La semana pasada estaba ya con la mosca detrás de la oreja. No era normal. Un tiempo extrañamente bueno, había tardes en las que podías salir a echar un cigarro sin tener que ponerte la chaqueta. Y eso que ya habíamos tenido un par de avisos, llegando a cero o rondándolos hace dos o tres semanas. Pero lo del domingo ya era cachondeo. A las 7 de la tarde, casi dos horas después de que anocheciera (porque aquí oscurece obscenamente pronto), teníamos 20 grados, lluvia y un noventaytantos por ciento de humedad. Tenías la sensación de estar en la playa una noche lluviosa de junio, más o menos. Y no podía quitarme de la cabeza un pensamiento: "Vas a ver cuando escampe"

Pantallazo para incrédulos. Fecha y hora arriba a la derecha. Click para aumentar

Y escampó. La caída ha sido de más de veinte grados en 24 horas. Ojo, grados Celsius. En Fahrenheit, que es lo que se estila por aquí, son cerca de cuarenta, que asusta más todavía.

Y en esas estamos. Ahora mismo a 5 bajo cero, con viento para hacerlo más agradable si cabe y previsiones de mínimas rondando los 10 negativos. Antes de venir mi madre se lamentaba por haber tirado los calzoncillos largos del abuelo "con lo bien que te iban a venir" y a mí me daba la risa. Ya no me da, ya no. Se me está helando. Y mucho me temo que va a haber tiempo para risas más gélidas todavía.


domingo, 16 de noviembre de 2008

Fumadores (o cuando el finde acaba en viernes)

A estas alturas de estancia ya está más o menos claro que no tengo un abanico de amistades demasiado amplio. Por supuesto no es variado, pero es que no he tenido un grupo de amigachos variado desde que dejé el pueblo. Así, cuando hay bajas, se nota. Y mucho. Sara se ha pirado a Italia a hacer de testigo de la boda de una amiga (bueno, y a hacerle carantoñas al maromo también), así que nos hemos quedado Paolo y yo, en familia. Únase que el mozo ha modificado hace poco el grado de intimidad que tenía con otra italiana que ronda por aquí y está embobado como un adolescente, y tenemos lo que tenemos: que esta semana me he quedado a mi marcha con bastante frecuencia. No es un problema, lo llevo bien y a ratos incluso me apetece. Y me permite tener charlas con otra gente. Como la cuadrilla de los fumadores.

Es bien sabido que con el tema del tabaco aquí son algo integristas. En teoría no se puede fumar a menos de veinte pies (~7 metros) de las puertas o las ventanas de los edificios públicos. Luego colocan los ceniceros al lado de la puerta, con lo que componen una bella estampa de bombero torero, pero la ley es esa. De fumar a cubierto, mejor ni hablamos. El otro día descubrí que llevo dos meses sin fumar bajo techo. Echar un piti con un café o una copa en la mano sin pelarme de frío empieza a formar parte de mis fantasías más húmedas.

A fuerza de salir todas las noches un par de veces a echar un pito, acabas coincidiendo con la gente que hace lo mismo, y ya tengo más o menos controlados a los viciosos impenitentes. Uno es aquel guitarrista que nunca dijo nada más de la jam session. El resto, un grupo variopinto, pero bastante majos. Un par de veces se ha dado otra situación curiosa: viernes o sábado, sales a echar el último antes de dormir, a la una o las dos de la noche. Y, como quiera que la ventana del colgao de la guitarra da justo al sitio donde suelo apalancarme, al volver a entrar a la residencia aparece el tío con un pedo de capitán general y me dice que pase, que están tocando. El último día que fui había unas cinco personas, ciegas como piojos (dos papeleras llenas de latas de Bud vacías daban fe) y maltratando dos guitarras, un violín que sonaba a gato despellejado y un organillo. Sí, un organillo. Y como no podía ser de otro modo, era un Casio, con todos los gratos recuerdos que me trae a la mente. El resultado a nivel musical era como para mandarnos a todos al penal de Ocaña, pero bueno, los chavales parecía que se lo pasaban bien.

Hay maneras de resarcirse de tales despropósitos, por supuesto. A unas diez millas de Amherst está Northampton. Es una ciudad pequeña y llena de estudiantes. Eso se traduce en un ambiente muy liberal y con fama de lesbian-friendly. Por eso, o por homenajear a sus vecinos más famosos (no me lo creí hasta que lo vi aquí), la escena musical de la villa está de lo más viva. Aparte de haber un músico callejero (bueno) cada 100 metros, la agenda de conciertos es amplia, buena y variada. El viernes, sin ir más lejos, nos metimos en una sala donde había sesión doble de country modernete, eso que los enteraos llaman Americana. El segundo grupo, muy apañao: chavales por debajo de los treinta, mucha gente en el escenario, buena puesta en escena... Muy bien, vamos. Les compré un CD, por si alguien lo quiere a la vuelta. Pero los que estaban tocando cuando llegamos eran algo grandioso. Cuatro tíos y una tía sentados en sillas en una esquinita del escenario, formando un rolde de no más de un metro de diámetro, hombro con hombro. Armónica, una especie de mandolina eléctrica, guitarra, bajo y violín. Y un metro atrás, una caja, un plato y un bombo. Mucha juerga, mucho jaleo. Mucha química. Y muchos años, por supuesto. Lo más parecido que he visto en mi vida a un grupo de gitanos arrancándose por rumbas.

Es jodido que el finde empiece y acabe el viernes, pero también es verdad que después de aquello todo sabe a poco. 

PD: Hay algunos que estaban al tanto, ahora lo hago público: me he comprado la chapa.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Mitch Mitchell

Qué es tocar bien? Tocar bien es que, después de haber oído diez, cien o mil veces una canción, sigues sin poder adivinar qué va a hacer el músico en el siguiente compás. A la poca gente que me lo preguntaba, le respondía últimamente con la misma cantinela: Buddy, Bonzo, Moon y él. De pie, no sentado, a la izquierda de dios en una de las portadas más grandes de la historia del R&R. 78, 80, 87 y hoy mismo. Otro grande que deja de sonar.


No es ni la mejor canción que grabó ni su mejor interpretación. Pero todos los que tenemos un par de baquetas en casa lo hemos intentado al menos una vez. But first, are you experienced?

jueves, 6 de noviembre de 2008

Presidentes, valijas y galaxias de ida y vuelta

No me he dado prisa en postearlo porque no tenía sentido, pero he vivido las elecciones desde dentro. Cómo? Pues como se hacen las cosas aquí: dos italianos, cuatro yanquis, un francés, una alemana, un australiano y el menda en una casa, llevando papeo y vino. Y viviendo el tan traído momento histórico en (casi) primera persona. Por supuesto, aquí no he visto los mogollones de Chicago o Nueva York, pero sí que nos encontramos un grupo bastante grande de gente celebrándolo a la carrera por la calle cuando volvíamos a casa pasada la medianoche. Y qué queréis que os diga? Está claro que cuando este hombre nació a Rosa Parks todavía no se le había ocurrido decirle al blanquito de turno que le iba a dejar el sitio su puta madre, así que algo de histórico y de rompedor sí que tiene. Bien. El hecho de la elección, pues, es un punto de inflexión. Dicho lo cual, yo no tengo la más mínima duda de que el presidente será negro, pero la Casa es Blanca, esto es, que cumplirá con su cometido de proteger los intereses de su país all around the world como nos tienen acostumbrados los presidentes de aquí desde que son LA superpotencia. 

No es menos cierto que, empíricamente, está establecido que una presidencia demócrata en los USA acarrea un ahorro de unas cuantas decenas de miles de muertos. Vale, eso también. Y es algo por lo que alegrarse. Y last, but nos least, para redondear este análisis de política internacional digno de Le Diplo, decir que la nueva primera dama me pone pero que muy bruto. Y si no os gusta el corolario, os compráis un libro de Ramonet.

Así que, para alegrías gordas de esta semana, la de hoy. Me ha llegado la secretaria del departamento con una caja verde con remite de Castellnovo. La semana pasada hice números, miré tarifas, y vi que me salía más a cuenta pedir que me hicieran un envío de tabaco desde casa. La sorpresa ha venido al abrir la caja. Mi padre hizo una maniobra de esas tan típicas de él. El hombre cogió el tabaco y antes de pasar por Correos, ni corto ni perezoso, paró en la charcutería. Y, pasándose por el arco del triunfo (todavía más, lo del tabaco no debe ser demasiado legal) toda la normativa aduanera, ha introducido carne cruda de origen ibérico en territorio imperial. Vamos, que tengo un pack de jamón y uno de lomo embuchao bellamente envasados al vacío. El otro paquetillo de jamón se lo he regalado a Min. Pare, quants duros vals!

Y por qué he hecho tamaño presente a mi supervisor? Primera, porque me ha dado la gana. Segundas, porque me contó que le había encantado la comida de Granada y porque soy un poco pelota. Pero también era una manera de celebrar nuestro no-éxito con M83 y, así, cerrar un ciclo antes de pasar a la siguiente fase. 

O eso creía yo.

Ha resultado que Min le ha enviado los datos a un amiguete, que debe ser una bestia parda del tema, y nos ha enviado de vuelta un script de calibración. Hablamos de un tío que, por lo que parece, se dedica a tiempo completo a cosas como las que me han venido ocupando el último mes. Con lo que esto implica: que el proceso que él ha seguido se parece a mi chapuza (hecha en base al prueba-error a medida que iba leyendo el manual) como un becerro a un geranio. Me he pasado un par de días generando imágenes, dejándome los ojos para ver emisiones minúsculas en mapas llenos de ruido y calculando máximos y mínimos y, para sorpresa de propios y extraños, ahora resulta que, alomojó, tenemos algo.

Y yo después de un mes más perdido que un hijo de puta el día del padre, ya no sé si eso es bueno, malo, o todo lo contrario. Ya os cuento.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cinco minutos fuera de Amherst

Hagamos un ejercicio de visualización. En una plaza de la capital, decenas de miles de estudiantes se concentran delante del parlamento de la nación contra un proyecto de ley educativa promovida por el gobierno. Hay universitarios, pero en su mayoría son estudiantes de secundaria. También hay padres, profesores, e incluso un sindicato de estudiantes ideológicamente afín (en teoría) al gobierno. No recuerda para nada las concentraciones que se llevaban a cabo allí mismo treinta años atrás. Es colorida, tranquila, pacífica. Los comerciantes no han echado la persiana. Los maestros han acompañado a los estudiantes, bromeando con el desconocimiento que tienen sobre el emplazamiento exacto del lugar.

15 minutos después, niños (sí, niños) de 14 años corren ensangrentados y desorientados. Un camión ha pasado tranquilamente el cordón policial ("no les hemos visto", declara un policía. Es un camión. Un puto camión, no un jodido triciclo) y ha descargado a unos sesenta jóvenes partidarios del gobierno de entre 20 y 30 años con bates y cadenas. En las narices de la prensa, han empezado a repartir estopa a chavales indefensos e ingenuos. Una maestra se encara a gritos con un policía. El funcionario la conmina a callar. Ella le espeta que atajen la violencia, que es su trabajo. El policía le responde que son "los suyos" los que se han dado a la violencia. Cuando una estudiante les grita que lo que quieren ellos son enfrentamientos y violencia, el macarra uniformado le responde que debe ser más educada.

En mitad de la refriega, una visión surrealista. 20 matones se ven aislados del resto. Con toda la parsimonia del mundo, atraviesan un cordón policial que cierra la salida de la plaza para volver a entrar por otra calle donde tampoco les para nadie. Un periodista que intenta seguirlos se ve frenado por un funcionario armado. "Dónde cree que va?" Muestra su identificación profesional y, mientras la examinan con muuuucho cuidado, les pregunta por qué tanto problema con él si han dejado pasar a los camorristas. "Quién? No hemos visto a nadie"

Tras unos minutos interminables, alrededor de 400 estudiantes pasan a la acción. La plaza se convierte en un campo de batalla. La policía tarda apenas unos segundos en cargar brutalmente y formar un cordón de seguridad en torno a los 60 reventadores de la manifestación. Estudiantes opositores caminan hacia el cordón de "seguridad" con los brazos en alto pidiendo explicaciones. Sin botellas, sin porras, sin cascos. Con las manos vacías y en alto. El que va en primer lugar recibe por toda respuesta un porrazo (de un funcionario) en la nuca que lo manda al hospital.

No es Praga en el 68. No es Tiananmen. No. Es la Piazza Navona de Roma, el viernes pasado. Los fascistas (sí, fascistas autodeclarados) reparten hostias a mansalva en las narices de la prensa y la policía observa y espera la ocasión para apalizar manifestantes.

Cuando te lo cuenta con ojos vidriosos alguien que se plantea seriamente si merece la pena voler a su país te invaden sentimientos extraños. Por eso me salgo de la temática de la bitácora y me sale este post, porque se me queda un mal cuerpo que no me deja escribir sobre Halloween. Aquí la noticia en italiano. Ací un resum en valencià.

Rabia.

PD: Blogger me ha vuelto a joder la marrana y se ha cargado un par de párrafos. Otra más y me paso a Wordpress. De verdad.