I took a trip down to L'America

lunes, 8 de diciembre de 2008

Recoge, que nos vamos

Frío para cerrar la estancia. No había bastante con el frío que he pasado esta mañana viniendo al departamento, con -11 grados a las diez de la mañana. Al llegar abro el correo y me encuentro con el hito que tenía que marcar jodidamente los meses pasados aquí. El año pasado fue la abuela Consuelo, este año ha sido Marcos. Y te entran ganas de mandarlo todo a tomar viento y despedirte a la francesa. Pero no sé si me lo hubiera perdonado. Sus recuerdos se amontonan con los de los últimos tres meses, y yo veo necesario hacer balance antes de partir, por higiene.

Así, veo que este año he publicado prácticamente la mitad exacta de  entradas que el año pasado. Por qué? Ni idea. No sentía la necesidad de contar cosas que tenía en Taiwan, aunque también es verdad que este año tenía vida social y durante el veranito chino ésta brilló por su ausencia. Supongo que habrá redundado en una mayor densidad. Por otra parte, las sensaciones a escasas 24 horas de coger el avión de vuelta a casa son menos intensas que el año pasado. Llevo unos días pensando en ello, puede que sea porque he estado más como en casa este año. O puede que me haya acostumbrado a estar lejos de la gente y del ritmo de vida que llevo habitualmente. Me resulta extraño e incluso me asusta un poco.

Y cómo cerrar ésto? Pues a la manera de un maestro de esos a los que mi generación debe bastante. Me siento, abro un baúl y empiezo a meter cosas.

Y van cayendo las hamburguesas de la Amherst Brewery, los cafés larguísimos con donut de cada mañana que compraba en la Convenience Store y me bebía camino del despacho. Los bocatas de roast-beef y el sushi de Northampton. La paella que le hice ayer a Sara y la lasagna que hizo ella la noche de las elecciones.

Las cervezas del Amherst Coffee con la mirada perdida en las caderas de la camarera (ésa que descubrimos que hablaba italiano después de alabar sus curvas en la lengua de Dante), todas las que me tomé con mi primo, especialmente aquellas del Red Lion Bar. Botellas y botellas de vino, a veces red, a veces rosso, a veces tinto i a voltes negre. Sam Adams de todo tipo, condición y color.

Datos con mucho ruido. Gas molecular en la barra de NGC1530 y borrones en el disco externo de M83. Invitaciones al optimismo en el medio interestelar de HCG40 y HCG79 y un proceeding para las actas de la SEA que costó más de un disgusto. OVRO, CARMA, SMA y los viejos datos del treinta metros. Tres softwares distintos en tres meses.

Las charlas con el Skype con la familia, con lo contenta que se pone la mare. El selectivo del Richi, el bombo de la Vero, el santo de Carlos. Confesiones de messenger de soslayo en la medianoche del Mediterráneo. Los correos del personal convocando a fiestas, cumpleaños y botellones. Piticli Rulez in Boston (con barras y estrellas y todo).

Bandas de Jazz, de country, de rock, de charanga surreal. Discos de tarantellas y de música clásica. Rumbas a la guitarra intentando que los yankis consiguieran coger el ritmo. Esperar a la vuelta y al sentir una sensación extraña en Granada para ver cuál será la canción que marque la estancia aquí. Pruebas irrefutables como este pantallazo
..en un castillo, cartón de leche, pijama de lino.
de que la labor proselitista funciona y puede convertir a una astrónoma de Washington con una licenciatura por la Universidad de Alaska en diácona de la religión chanante.

El lago del campus helado, la vista desde el Empire State, el color de la mañana en Cambridge, el de las hojas al caer octubre. Las conferencias telefónicas de James a gritos a cualquier hora del día o de la noche. El olor de una habitación donde viven dos hombres tras muchos días sin abrirse. Los nervios, el garabato que me echó John, las charlas con Loretta al volver por la noche, la cuadrilla de los fumadores nocturnos de Prince.

Libros, libros. En castellano, en catalán, en italiano, en inglés. Muchos. Pelis. Más todavía. Butch Cassidy y Sundance Kid en Princeton. 

Y mil cosas más que darían para pasarme aquí la noche escribiendo. El año pasado pronosticaba la reapertura del chiringuito, como así ha sido. O cambian las cosas o el año que viene por aquí se va a acumular el moho . No parece que vaya a haber estancia, así que tendré que dedicarme a dar la murga de algún otro modo. A los que pasastéis por aquí, a los que voy a ver en breve, a los que tardaré un poco más en ver, a los que no sé si veré, gracias de nuevo por la compañía

Fue un placer.

 
Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Sé, però, que no s'estrena un prat
seguint sent rellogats
a dins una gran cova.
Mil espills em trenquen en la nit
colpegen el meu pit
i m'omplen d'ais la boca.
I un badall ofega el meu crit
i deixa l'ull humit
i el nas demana: Moca't!.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

Nova sang arriba al meu cervell
i em sent tibar la pell,
i em torna a la memòria
temps de caça, de peixos i d'ocells,
de joves i de vells...
Però ara es altra història?...
Tot i així un qualsevol fracàs
em posa en el percaç
dels records sense glòria.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!

No és clar, per tant també és obscur.
Tinc a davant un mur.
El riure se'm capgira.
L'atzucac em fa fer un atur.
Present, passat, futur...
i un mateix temps de mira.
Veig el blat més tendre que madur,
veig qui mana segur.
El món no avança: gira.

Au, adéu! Comence el meu comiat
a tot el temps passat.
Bon vent i barca nova!
Un forat em torna a donar llum,
un cigar em don fum
i una ampolla, empenta.
Cec d'engany em guie pel bastó
malfie del color
i de lletra d'impremta.
Done fe d'aquestes sensacions,
li llence al foc carbó
i retorne als meus trenta.

Au, adéu! Comence el comiat
i sóc nou arribat.
No me'n vaig; sóc qui torna.



lunes, 1 de diciembre de 2008

De vuelta

Ha sido genial. Y como todo lo bueno, ha durado poco, o al menos lo ha parecido.

En primerísimo lugar, ha sido una gozada encontrarme con la familia allende los mares. Vale, en navidad nos vamos a juntar veintipico y aquí sólo estábamos el cosí Carlos y yo. Pero donde hay dos Badenes, hay familia. Y punto. Creo que ninguno de los dos defraudó al otro, y buena prueba de ello fue el énfasis con el que nos dimos a lo que mejor sabemos hacer juntos, que es beber cerveza. Por supuesto, más de un brindis fue para el tío Javier, que era la tercera pata del banco que aguantaba la barra del bar Gilber a poco que nos juntáramos en Atzeneta.

Ha habido tiempo para algo más que beber en pareja. Hemos bebido también mucho en grupo. A falta de nada mejor, en la familia nos enorgullecemos de saber rodearnos de buena gente, y el primo de Princeton no está siendo menos. La cuadrilla con la que anda el mozo por allí es de lo más divertido, y la prestigiosa (vamos, digo yo) astrónoma italiana que puso la casa para los actos multitudinarios (aka. borrachera del miércoles noche y despropósito de Acción de Gracias) es una regadera con patas de lo más divertido. Fue en su horno en el que se estuvo cocinando el pavo por dos o tres horas más de lo esperado. Espera que fue menos gracias al alijo de jamón que había enviado la tía Mari Tere a su hijo y sobrino. No veas cómo voló, oiga, que me lo quitan de las manos. Es lo que pasa cuando le pones delante un plato de ibérico in-cre-í-ble a gente que, en el mejor de los casos, no ha pasado del San Daniele.

Y también ha habido tiempo para ir a Nueva York, por supuesto. El viernes, con todo el resacón, nos lo tomamos con filosofía y llegamos tardecito y dispuestos a hacer el turista. Así que, como buenos turistas, bajamos del metro en Brooklyn y cruzamos el puente a patita. He aquí el testimonio gráfico.

El mozo es mi primo. Sale movido, pero es que se puso en medio para joder la foto. Pues ale, toma.

Una vez en Manhattan ya no pudimos soportar la sed, así que iniciamos la secuencia del turista viciosete: media hora de paseo por Chinatown, media hora en un bar. Media hora en Little Italy, cenita con birra. Media hora para encontrar en Red Lion Bar, y el acabose. Vaya por delante que tampoco queríamos beber tanto, pero es que la banda que empezó a tocar a las 10 era algo superlativo, así que tuvimos que quedarnos más rato y seguir consumiendo.

Para que no pudieran decir de mí, al día siguiente volví yo solito e hice lo que se supone que debe hacer un paleto como yo en NY: Empire State, 5ª Avenida, Central Park, Grand Central, Chrysler... Habéis visto mil fotos y todas mejores que las mías y para volver a oir aquello de "es como en las películas" o "en cada semáforo tienes que levantar la cabeza", pues mejor os ponéis una peli de Woody Allen y os hacéis una idea. By the way, compañeros Piticlis, si ellos pueden acabar tocando en ese templo mundial, todo es cuestión de proponérselo. Del Ardacho al Radio City sólo hay un paso.

Todo ésto hubiera dado para un fin de semana redondo, genial. Pero faltaba una visita obligada. No hablo del campus de Princeton. Es precioso, increíble, pero no viene al caso. Hablo de una tienda. De discos. De segunda mano. Y donde por 55 dólares (que no olvidemos que, al cambio que se me aplicó cuando los compré son menos de 40 euros) te puedes comprar 11 discos. Repito, para pasmo y envidia: 40 euros, 11 discos. Encontré cosas que buscaba específicamente, me permití bromas macabras [el de Thin Lizzy, clic para ampliar y dar fe, me salió por el precio de una caña en un bar. En un bar de Granada, no de aquí], y aproveché para hacer compras que no hubiera hecho de otra manera.



Me largué de allí cuando ya me estaba dando el mal de Stendhal. Ya veremos si puedo pasar la frontera sin que me acusen de contrabando. Y para los observadores: sí, en la foto hay 13, no 11. Ya puestos, me compré un par a precio "normal", 12 dólares. Si queréis hacer una porra para adivinar cuáles son, se los grabo al ganador ...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

San Guivinsdei

Santo patrón de los puentes yankis. En apenas dos horitas me subo al coche de Paolo y cogemos camino al sur. En tres o cuatro horas se supone que nos plantamos en New Jersey, y cada uno pasa los cuatro días por su cuenta. A mí me toca primo y cena de Acción de Gracias con astrónomos exiliados, una reunión que tiene pinta de parecer la ONU.

Y por supuesto, aprovechando que me quedará a menos de una hora en tren, la visita obligatoria a The City that Never Sleeps. Pero mejor que os lo cuente Frankie, que seguro que lo hará mejor que yo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Disyuntiva dominical: O currar, o James

Me he venido un rato al despacho. El domingo por la tarde. Sí, lo sé, es triste. Pero tiene sus atenuantes y sus razones de peso. Por una parte, ayer conseguimos salir de fiesta. Volvimos a Northampton a cenar y después nos fuimos de bares con música en directo. Primero fuimos a uno pequeñito, el Yellow Sofa, casi en plan chill-out, que dirían los modernos, que también hace las veces de tienda de tarjetas de felicitación, donde tocaba un grupo raro que hacía versiones raras pero muy guapas. Y después, a otro donde al llegar estaba tocando una banda de rock/country a la que siguió, sobre las 12, un tío que pinchaba música rollo Motown. Muy chulo, pude bailar hasta cansarme, y ya me hacía falta. Queda, además, la constatación empírica: Northampton es la jodida isla de Lesbos. Fue graciosos el comentario de Francesca, la chica de Paolo, cuando le pregunté si sus alumnas son guapas: "Si, sono carine, ma sono tutte lesbiche. Ovviamente" Obviamente? Cómo que obviamente? Puedes meterle mil corolarios a esa frase, pero ¿obviamente? Pues sí.

La juerga de ayer hace que no me sienta especialmente miserable al estar trabajando un ratillo. Puedo también argumentar que soy un chapucero y la última calibración que hice la tengo que repetir antes del lunes. Puedo esgrimir también que me quedan aquí poco más de dos semanas, y que el miércoles me voy cuatro días de puente, así que hay que adelantar faena. Pero creo que lo que en realidad me ha empujado a venirme ha sido que no estaba dispuesto a pasarme el día en la habitación.

Si tienes ganicas de domingo tranquilo, estar metido allí, calentito y viendo pelis no es una mala opción. Además, Sara ha pasado una semana en Roma y me ha traído Gomorra en italiano, y estoy enganchao. Pero hay un detalle que a los más avispados no se les habrá pasado por alto: no vivo solo. Es más, vivo con una jodida subcontrata de telemárketing sudanés, porque de otro modo no se entiende. Anoche, cerca de las dos, y algo piripi, acabé por cerrar el libro, darme media vuelta y resignarme a esperar a que James acabara de hablar por teléfono. Antes me dormí que lo hizo. Y esta mañana, me ha despertado dando voces en swahili de nuevo. Joder, esto es como una pesadilla. Con la empanada de recién levantado he llegado a preguntarme si realmente había dormido o se había pasado toda la noche de conferencia. Salgo a por un café, vuelvo, y ya está de palique otra vez. Y con el estor bajado. He comprobado que, si no subo el mío, él puede estar perfectamente a oscuras todo el santo día, sólo con la luz del techo. Sé que no es un vampiro porque alguna vez sale a comprar después de comer, pero no tengo más razones para creerlo. Porque también come en la habitación. Y si no abre ni la cortina, no pretenderemos que abra la ventana. No, no. Así que el ambiente resulta no sólo lúgubre, sino también bastante cargadito. Y en esas estaba yo, pensando que el despacho no era tan mala idea cuando, a base de largar tremendos escupitajos a la papelera (mientras seguía con el teléfono, hay que ver), ha acabado por convencerme: me voy a calibrar datos, ale.

Soporto esto por varias razones. La primera es que, por razones de higiene mental, no suelo pasar todo el día en la habitación. Puede que lo haga un día cada dos o tres semanas. Y aparte, soy de natural apocado, así que prefiero salir a dar una vuelta y airearme (que ahora es sinónimo de helarme como un pollo) a una situación violenta del tipo "Macho, me das asco. ¿Puedes parar de escupir?" o "Esta habitación apesta, haz el favor de ventilarla". Por supuesto, lo disfrazo de pragmatismo, y me convenzo a mí mismo de que, para dos semanas que quedan, de las cuales voy a estar poco más de una con él, tampoco merece la pena montar un cristo.

Y además, puedo venir aquí, escribir cuatro tonterías y desahogarme. Y eso siempre reconforta.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Fresquete

No por previsible está siendo menos chungo. Nos ha llegado el frío. Y, como casi todo en este país, a lo grande.

La semana pasada estaba ya con la mosca detrás de la oreja. No era normal. Un tiempo extrañamente bueno, había tardes en las que podías salir a echar un cigarro sin tener que ponerte la chaqueta. Y eso que ya habíamos tenido un par de avisos, llegando a cero o rondándolos hace dos o tres semanas. Pero lo del domingo ya era cachondeo. A las 7 de la tarde, casi dos horas después de que anocheciera (porque aquí oscurece obscenamente pronto), teníamos 20 grados, lluvia y un noventaytantos por ciento de humedad. Tenías la sensación de estar en la playa una noche lluviosa de junio, más o menos. Y no podía quitarme de la cabeza un pensamiento: "Vas a ver cuando escampe"

Pantallazo para incrédulos. Fecha y hora arriba a la derecha. Click para aumentar

Y escampó. La caída ha sido de más de veinte grados en 24 horas. Ojo, grados Celsius. En Fahrenheit, que es lo que se estila por aquí, son cerca de cuarenta, que asusta más todavía.

Y en esas estamos. Ahora mismo a 5 bajo cero, con viento para hacerlo más agradable si cabe y previsiones de mínimas rondando los 10 negativos. Antes de venir mi madre se lamentaba por haber tirado los calzoncillos largos del abuelo "con lo bien que te iban a venir" y a mí me daba la risa. Ya no me da, ya no. Se me está helando. Y mucho me temo que va a haber tiempo para risas más gélidas todavía.


domingo, 16 de noviembre de 2008

Fumadores (o cuando el finde acaba en viernes)

A estas alturas de estancia ya está más o menos claro que no tengo un abanico de amistades demasiado amplio. Por supuesto no es variado, pero es que no he tenido un grupo de amigachos variado desde que dejé el pueblo. Así, cuando hay bajas, se nota. Y mucho. Sara se ha pirado a Italia a hacer de testigo de la boda de una amiga (bueno, y a hacerle carantoñas al maromo también), así que nos hemos quedado Paolo y yo, en familia. Únase que el mozo ha modificado hace poco el grado de intimidad que tenía con otra italiana que ronda por aquí y está embobado como un adolescente, y tenemos lo que tenemos: que esta semana me he quedado a mi marcha con bastante frecuencia. No es un problema, lo llevo bien y a ratos incluso me apetece. Y me permite tener charlas con otra gente. Como la cuadrilla de los fumadores.

Es bien sabido que con el tema del tabaco aquí son algo integristas. En teoría no se puede fumar a menos de veinte pies (~7 metros) de las puertas o las ventanas de los edificios públicos. Luego colocan los ceniceros al lado de la puerta, con lo que componen una bella estampa de bombero torero, pero la ley es esa. De fumar a cubierto, mejor ni hablamos. El otro día descubrí que llevo dos meses sin fumar bajo techo. Echar un piti con un café o una copa en la mano sin pelarme de frío empieza a formar parte de mis fantasías más húmedas.

A fuerza de salir todas las noches un par de veces a echar un pito, acabas coincidiendo con la gente que hace lo mismo, y ya tengo más o menos controlados a los viciosos impenitentes. Uno es aquel guitarrista que nunca dijo nada más de la jam session. El resto, un grupo variopinto, pero bastante majos. Un par de veces se ha dado otra situación curiosa: viernes o sábado, sales a echar el último antes de dormir, a la una o las dos de la noche. Y, como quiera que la ventana del colgao de la guitarra da justo al sitio donde suelo apalancarme, al volver a entrar a la residencia aparece el tío con un pedo de capitán general y me dice que pase, que están tocando. El último día que fui había unas cinco personas, ciegas como piojos (dos papeleras llenas de latas de Bud vacías daban fe) y maltratando dos guitarras, un violín que sonaba a gato despellejado y un organillo. Sí, un organillo. Y como no podía ser de otro modo, era un Casio, con todos los gratos recuerdos que me trae a la mente. El resultado a nivel musical era como para mandarnos a todos al penal de Ocaña, pero bueno, los chavales parecía que se lo pasaban bien.

Hay maneras de resarcirse de tales despropósitos, por supuesto. A unas diez millas de Amherst está Northampton. Es una ciudad pequeña y llena de estudiantes. Eso se traduce en un ambiente muy liberal y con fama de lesbian-friendly. Por eso, o por homenajear a sus vecinos más famosos (no me lo creí hasta que lo vi aquí), la escena musical de la villa está de lo más viva. Aparte de haber un músico callejero (bueno) cada 100 metros, la agenda de conciertos es amplia, buena y variada. El viernes, sin ir más lejos, nos metimos en una sala donde había sesión doble de country modernete, eso que los enteraos llaman Americana. El segundo grupo, muy apañao: chavales por debajo de los treinta, mucha gente en el escenario, buena puesta en escena... Muy bien, vamos. Les compré un CD, por si alguien lo quiere a la vuelta. Pero los que estaban tocando cuando llegamos eran algo grandioso. Cuatro tíos y una tía sentados en sillas en una esquinita del escenario, formando un rolde de no más de un metro de diámetro, hombro con hombro. Armónica, una especie de mandolina eléctrica, guitarra, bajo y violín. Y un metro atrás, una caja, un plato y un bombo. Mucha juerga, mucho jaleo. Mucha química. Y muchos años, por supuesto. Lo más parecido que he visto en mi vida a un grupo de gitanos arrancándose por rumbas.

Es jodido que el finde empiece y acabe el viernes, pero también es verdad que después de aquello todo sabe a poco. 

PD: Hay algunos que estaban al tanto, ahora lo hago público: me he comprado la chapa.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Mitch Mitchell

Qué es tocar bien? Tocar bien es que, después de haber oído diez, cien o mil veces una canción, sigues sin poder adivinar qué va a hacer el músico en el siguiente compás. A la poca gente que me lo preguntaba, le respondía últimamente con la misma cantinela: Buddy, Bonzo, Moon y él. De pie, no sentado, a la izquierda de dios en una de las portadas más grandes de la historia del R&R. 78, 80, 87 y hoy mismo. Otro grande que deja de sonar.


No es ni la mejor canción que grabó ni su mejor interpretación. Pero todos los que tenemos un par de baquetas en casa lo hemos intentado al menos una vez. But first, are you experienced?

jueves, 6 de noviembre de 2008

Presidentes, valijas y galaxias de ida y vuelta

No me he dado prisa en postearlo porque no tenía sentido, pero he vivido las elecciones desde dentro. Cómo? Pues como se hacen las cosas aquí: dos italianos, cuatro yanquis, un francés, una alemana, un australiano y el menda en una casa, llevando papeo y vino. Y viviendo el tan traído momento histórico en (casi) primera persona. Por supuesto, aquí no he visto los mogollones de Chicago o Nueva York, pero sí que nos encontramos un grupo bastante grande de gente celebrándolo a la carrera por la calle cuando volvíamos a casa pasada la medianoche. Y qué queréis que os diga? Está claro que cuando este hombre nació a Rosa Parks todavía no se le había ocurrido decirle al blanquito de turno que le iba a dejar el sitio su puta madre, así que algo de histórico y de rompedor sí que tiene. Bien. El hecho de la elección, pues, es un punto de inflexión. Dicho lo cual, yo no tengo la más mínima duda de que el presidente será negro, pero la Casa es Blanca, esto es, que cumplirá con su cometido de proteger los intereses de su país all around the world como nos tienen acostumbrados los presidentes de aquí desde que son LA superpotencia. 

No es menos cierto que, empíricamente, está establecido que una presidencia demócrata en los USA acarrea un ahorro de unas cuantas decenas de miles de muertos. Vale, eso también. Y es algo por lo que alegrarse. Y last, but nos least, para redondear este análisis de política internacional digno de Le Diplo, decir que la nueva primera dama me pone pero que muy bruto. Y si no os gusta el corolario, os compráis un libro de Ramonet.

Así que, para alegrías gordas de esta semana, la de hoy. Me ha llegado la secretaria del departamento con una caja verde con remite de Castellnovo. La semana pasada hice números, miré tarifas, y vi que me salía más a cuenta pedir que me hicieran un envío de tabaco desde casa. La sorpresa ha venido al abrir la caja. Mi padre hizo una maniobra de esas tan típicas de él. El hombre cogió el tabaco y antes de pasar por Correos, ni corto ni perezoso, paró en la charcutería. Y, pasándose por el arco del triunfo (todavía más, lo del tabaco no debe ser demasiado legal) toda la normativa aduanera, ha introducido carne cruda de origen ibérico en territorio imperial. Vamos, que tengo un pack de jamón y uno de lomo embuchao bellamente envasados al vacío. El otro paquetillo de jamón se lo he regalado a Min. Pare, quants duros vals!

Y por qué he hecho tamaño presente a mi supervisor? Primera, porque me ha dado la gana. Segundas, porque me contó que le había encantado la comida de Granada y porque soy un poco pelota. Pero también era una manera de celebrar nuestro no-éxito con M83 y, así, cerrar un ciclo antes de pasar a la siguiente fase. 

O eso creía yo.

Ha resultado que Min le ha enviado los datos a un amiguete, que debe ser una bestia parda del tema, y nos ha enviado de vuelta un script de calibración. Hablamos de un tío que, por lo que parece, se dedica a tiempo completo a cosas como las que me han venido ocupando el último mes. Con lo que esto implica: que el proceso que él ha seguido se parece a mi chapuza (hecha en base al prueba-error a medida que iba leyendo el manual) como un becerro a un geranio. Me he pasado un par de días generando imágenes, dejándome los ojos para ver emisiones minúsculas en mapas llenos de ruido y calculando máximos y mínimos y, para sorpresa de propios y extraños, ahora resulta que, alomojó, tenemos algo.

Y yo después de un mes más perdido que un hijo de puta el día del padre, ya no sé si eso es bueno, malo, o todo lo contrario. Ya os cuento.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cinco minutos fuera de Amherst

Hagamos un ejercicio de visualización. En una plaza de la capital, decenas de miles de estudiantes se concentran delante del parlamento de la nación contra un proyecto de ley educativa promovida por el gobierno. Hay universitarios, pero en su mayoría son estudiantes de secundaria. También hay padres, profesores, e incluso un sindicato de estudiantes ideológicamente afín (en teoría) al gobierno. No recuerda para nada las concentraciones que se llevaban a cabo allí mismo treinta años atrás. Es colorida, tranquila, pacífica. Los comerciantes no han echado la persiana. Los maestros han acompañado a los estudiantes, bromeando con el desconocimiento que tienen sobre el emplazamiento exacto del lugar.

15 minutos después, niños (sí, niños) de 14 años corren ensangrentados y desorientados. Un camión ha pasado tranquilamente el cordón policial ("no les hemos visto", declara un policía. Es un camión. Un puto camión, no un jodido triciclo) y ha descargado a unos sesenta jóvenes partidarios del gobierno de entre 20 y 30 años con bates y cadenas. En las narices de la prensa, han empezado a repartir estopa a chavales indefensos e ingenuos. Una maestra se encara a gritos con un policía. El funcionario la conmina a callar. Ella le espeta que atajen la violencia, que es su trabajo. El policía le responde que son "los suyos" los que se han dado a la violencia. Cuando una estudiante les grita que lo que quieren ellos son enfrentamientos y violencia, el macarra uniformado le responde que debe ser más educada.

En mitad de la refriega, una visión surrealista. 20 matones se ven aislados del resto. Con toda la parsimonia del mundo, atraviesan un cordón policial que cierra la salida de la plaza para volver a entrar por otra calle donde tampoco les para nadie. Un periodista que intenta seguirlos se ve frenado por un funcionario armado. "Dónde cree que va?" Muestra su identificación profesional y, mientras la examinan con muuuucho cuidado, les pregunta por qué tanto problema con él si han dejado pasar a los camorristas. "Quién? No hemos visto a nadie"

Tras unos minutos interminables, alrededor de 400 estudiantes pasan a la acción. La plaza se convierte en un campo de batalla. La policía tarda apenas unos segundos en cargar brutalmente y formar un cordón de seguridad en torno a los 60 reventadores de la manifestación. Estudiantes opositores caminan hacia el cordón de "seguridad" con los brazos en alto pidiendo explicaciones. Sin botellas, sin porras, sin cascos. Con las manos vacías y en alto. El que va en primer lugar recibe por toda respuesta un porrazo (de un funcionario) en la nuca que lo manda al hospital.

No es Praga en el 68. No es Tiananmen. No. Es la Piazza Navona de Roma, el viernes pasado. Los fascistas (sí, fascistas autodeclarados) reparten hostias a mansalva en las narices de la prensa y la policía observa y espera la ocasión para apalizar manifestantes.

Cuando te lo cuenta con ojos vidriosos alguien que se plantea seriamente si merece la pena voler a su país te invaden sentimientos extraños. Por eso me salgo de la temática de la bitácora y me sale este post, porque se me queda un mal cuerpo que no me deja escribir sobre Halloween. Aquí la noticia en italiano. Ací un resum en valencià.

Rabia.

PD: Blogger me ha vuelto a joder la marrana y se ha cargado un par de párrafos. Otra más y me paso a Wordpress. De verdad.

viernes, 31 de octubre de 2008

Ruido

Ella le pidió que la llevara al fin del mundo, empezaba diciendo el ubetense. Me temo que yo voy a ser más prosaico. Y eso que mi madre se ha llevado un disgusto de aúpa cuando se lo he dicho. Pero las cosas en este negocio son así, vivimos con ello y a mí personamente apenas me afecta, será que soy un pragmático, será que me falta sangre o será que no pongo bastante pasión en el asunto. El caso es que, cuando he visto que ya no había nada más que hacer, que era un caso perdido, me ha salido poco más que un Boh de esos que me han vuelto a pegar los italianos. Pues nada, a seguir para alante, la semana que viene cambiaremos de palo y nos pondremos con otra cosa, que por posibilidades a mano no va a ser.

En el fondo no pasa nada, simplemente que no hemos podido sacar nada de las observaciones que teníamos y con las que he estado trabajando. No se observaron todas las horas que se pidieron, la galaxia que queríamos estudiar estaba muy baja en el horizonte, con lo cual la "luz" que llega de ella tiene que atravesar mucho más aire en la atmósfera, perdiéndose información y, además, se ve que la atmósfera estaba con ganas de bailiar el hoochie coochie, acabando de joder la marrana. Así que nanai, a buscar otra cosa, de momento M83 tendrá que esperar.

Que por qué el dramatismo del principio? Porque hay días en los que te apetece hacer prosa grave (ojo, por gusto, no se me vaya a alarmar nadie) aunque sepas que te sale chunga. Y porque el título se prestaba un poco. Como sé que por estos espacios de la red hay gente cuerda y sensata que procura mantenerse todo lo lejos que puede de la ciencia, una aclaración: como los astrónomos somos así de poéticos, cuando no podemos sacar nada de provecho de una imagen no decimos que no se ve nada. Decimos que es too noisy. Demasiado ruidosa .

Y esta vez el ruido no me ha dejado escuchar a las estrellas.

martes, 28 de octubre de 2008

Crosby, Stills, Nash & Martinez

Vuelven a tocar a pocos metros de mi ventana. Hay dos guitarras, un banjo y una armónica. Están tocando Heart of Gold. Me voy para afuera. Cagando leches.

[00:15] No han durado demasiado. Llevo dos meses casi sin tocar, esta peña controla mucho, mucho, me ha dado palo coger una guitarra. Pero, milagro, todavía no se me han olvidado unos acordes.
Em, Am7, G.
Em, G, D, Am7, C, G.
F#, F, Em.
Reach out and touch faith.

Estos momentos no valen por 3 meses lejos de casa. Valen por 3 años.

domingo, 26 de octubre de 2008

Fiestas variadas en el paso del ecuador

Ya pasó el finde. Domingo por la tarde, respirando calma. La Brigada Garibaldi se ha ido a echar el día al IKEA de Boston: los domingueros son globales y cada vez más uniformes, qué miedo. Así que me he planteado el día tranquilo. El clima, por alguna extraña razón, ayuda. Después de habernos ido a bajo cero esta semana, haciendo sonar todas las alarmas ("necesito una chaqueta", "tengo que comprarme unos guantes", "no me vuelvo a rapar hasta que vuelva a casa"), esto debe ser el veranillo de Todos los Santos, así que he podido tomarme el café al solete más agusto que una lagartija. Comida, paseo y tarde tranqui con peli y lavadora. Sólo he echado en falta un batín, vamos.

Por lo novedosas, las ganas de pasar un día así lo han hecho más singular si cabe. No conozco del todo los estándares de aquí, pero creo que me puedo dar por satisfecho con la dosis de fiesta del weekend. El viernes salimos a cenar y se lo comentamos a una alemana. Declinó la invitación, tenía un plan previo en la casa de una amiga donde montaban una fiesta. Eso sí, nos invitó a pasarnos al acabar de cenar. Y nos pasamos. Fiesta universitaria a la yanki: una casa, bebida, música y peña bailando. Pues oye, la mar de bien: nadie nos preguntó de parte de quién  veníamos, ni nos miraron mal por gorrear cervezas siendo que habíamos venido con las manos vacías. Y fue allí donde acabé de conocer al colectivo español en Amherst. Sí, acabé, porque ya había empezado: hará dos o tres semanas, me encontré con dos valencianos en el comedor. Y mira si hubo feeling que después de dos minutos de conversación insulsa quedamos en un vago "pues ya nos veremos por aquí". Ni mail, ni teléfono. Y no pasa absolutamente nada: a mí me parecieron un par de ingenieritos gilipollas de los que acostumbraba a huir como la peste cuando estaba en la facultad [Nota per als companys de la terra: Sí, diuen "nano" cada tres paraules], y supongo que la imagen que les dejé yo no fue mejor. Y ya está, saludé a uno con poca convicción al verlo, él no pareció mucho más entusiasmado, confirmé las sospechas y a seguir. El resto del personal, pues variado: un tío algo desbaratao, una chica que parecía maja y una reina del baile muy ocupada en aparentarlo. Una de dos, o me estoy acostumbrando a estar lejos de casa o soy un bicho antisocial, pero no tengo el más mínimo interés por juntarme con los españolitos. No se me malinterprete: si coincidimos, bien. Buscarlo, no.

[Intermedio. Abrid una película en el ordenador. Poneos los auriculares. Dadle al play. Ahora, hablad a un volumen lo suficientemente alto como para tapar la voz del video, como para que sea imposible entender o simplemente oir lo que dice. Pues bien, a ese volumen está hablando por teléfono mi compañero de habitación. Una cosa bárbara, joder, y cuidado con quién lo está diciendo. Y no pasa sólo hoy. Puede pasar cualquier día, a cualquier hora. A veces antes de levantarme, se lía a gritos. Otros días más cachondos, empieza cuando apagamos la luz para (presuntamente) dormir. Se puede saber qué coño está haciendo? Un pastor llamando al ganao a su lado es Gainsbourg susurrando Je t'aime. En serio, es enervante. Eso sí, de tanto en tanto se calla un momentín. Para largar un escupitajo a la papelera]

Pues eso, una fiesta bastante tópica con mucho extranjero. Antes de que nadie lo pregunte, desmiento: es falso que te reciban con una mamada, como se empeñaba en creer el otro hombre que nos acompañaba. La cosa acabó cuando el anfitrión nos contó que, de tanto salto en el salón, se había soltado la abrazadera de un tubo de la calefacción en el sótano, así que ya tardábamos en coger puerta o igual acabábamos de petar el tubo. Total, la bebida ya se había acabado. Una y media de la noche, no está mal.

Y el sábado, pues [James, por favor, PARA DE ESCUPIR!] cenita de cumpleaños. Por mucho que se empeñaron los invitados, un ortodoxo jamás hace paella para cenar, así que se tuvieron que contentar con tortilla de patatas y pimientos asados con bacalao como bandera de la gastronomía del terreno. Hay que destacar el sitio donde fuimos a comprar, un supermercado increíble, el sitio más variado que he visto en mi vida. Lo pagas, claro está. Pero puedes comprar vino bueno (lo que aquí equivale a pasar de 9 dólares), y así la noche es la mar de divertida. Las gracias, a Sara, que es la que puso las infraestructuras. Aunque hubiera sido cachondo cenar en mi habitación, todos sentaditos en la cama...

Sólo se me ha quedado una cosa en el tintero. Ayer por la tarde salimos de compras. Paolo y yo necesitamos una chaqueta seria para no ver la muerte cerca el día que, sin previo aviso, los termómetros se vayan a -10 ºC. Con una oferta que había en una tienda de deportes y el cambio ventajoso euro-dólar de este verano me he agenciado a muy buen precio una chupa con la que me puedo ir de rave al Aneto en nochevieja. Pero tengo una espinita clavada. He descubierto una tienda en Northampton. Se llama Sid Vintage. Sí, el rótulo usa esta tipografía. Es de segunda mano. Y hay una amplio muestrario de chupas de cuero bestiales por un precio entre 50 y 70 dólares.

No necesito consejos. Lo que pido son excusas del tipo "me animaron los colegas, yo no quería" para hacerme un regalo de cumpleaños.

Sed buenos. Y gracias por las felicitaciones.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Blogger apesta

Mogoshón, además...

jueves, 16 de octubre de 2008

Qué coño es un superwidewindow?

No sé hasta qué punto lo que ha pasado es una encerrona. Para considerarlo como tal, se supone que yo tenía que estar engañado. O, más bien, que me tenían que haber engañado a conciencia. Y  no creo que esto se haya dado. Más bien he pecado de ingenuo. He dado por sentadas cosas que no lo estaban tanto, ni mucho menos. Y claro, me he quedado un pelín con el culo al aire.

Aun a costa de que esto quede muy técnico, voy a intentar poner en harina al pobre desgraciao que esté interesado. Yo he venido aquí a trabajar con unos datos. De un telescopio en concreto (CARMA, para los iniciados). Un telescopio con cuyos datos no había trabajado antes. Y, como pasa a menudo es este mundillo, con un software específico. Porque claro, como somos una comunidad taaaaan amplia, nos podemos permitir tener programas o rutinas distintas para cada instrumento o tarea. Que no somos tantos? Ya te digo, si nos repartimos la totalidad del software tocamos a casi un programa entero por astrónomo. Resumiendo: había usado antes el programa en cuestión (Miriad), pero para otro proceso. Y este que estoy haciendo es algo totalmente distinto. 

Y es cuando piensas "pero ya habrán tenido tiempo de llegar a unos estándares" "al fin y al cabo no puede ser tan distinto" "cambiará sólo el nombre de los comandos, no la secuencia lógica que hay que usar" "coño, no puede ser tan distinto". Ah, triste optimista! Ah, desdichado ilustrado! Ah, bobo de marca mayor! Manga por hombro, está la cosa. No es que no me aclare, es que no consigo entender qué coño hace cada comando. Es que todavía no he entendido la estructura de los datos. Y lo que es peor: no consigo encontrar por ningún sitio un documento que lo explique.

Es esto un problema insalvable? No. Me ha pasado cada vez que he empezado con algo nuevo. Pero hay un problema añadido: el manual es un completo desastre. Introduce conceptos que hay que usar sin explicarlos ni definirlos. Y búscate la vida para modificar los ejemplos que te da de forma que sean útiles para tu caso concreto

Así que le iba preguntando al jefe cada dos por tres. Y sin embargo, tenía la sensación de que había gato encerrado. De que olía a cuerno quemado. De que no era normal que cada vez que hablaba con Min y le soltaba alguna idea peregrina que se me ocurría para salir del atolladero, le pareciera genial. Esa comezón que te hace pensar que tal vez Tatiana se llama Manolo (y tiene un agujero sólo).

Efectivamente. Después de completar un ciclo de calibración (desastroso, por supuesto), le he comentado que ya había encontrado al menos un error, así qie ya sabía por dónde empezar a corregir. Y entonces, como el padre que mira orgulloso a su hijo desvirgado, como el hermano mayor analfabeto que se enorgullece del bachillerato del pequeñín de la casa, me ha mirado. Ha asentido. Y ha pontificado "seguramente será eso. De todos modos, tú ya sabes más sobre este proceso que yo"

Conque en esas estamos. Tengo un portátil. Tres horas y media de observación del disco externo de una galaxia cercana. Un manual infame en versión proto-beta. Un conocimiento ínfimo del proceso, pero superior al de mi supervisor.

Y dos cojones como el caballo de Espartero.  A arremangarse tocan...

Addendum: Networking, networking, networking. Trabajo en red? Sí, pero en la red de contactos que te vas tejiendo. Tras mandarle un SOS ha aparecido volando en su alfombra mágica el califa de Algeciras con un script de calibración. Y él coincide conmigo , aunque más poéticamente (copio) "Así como CARMA es una maravilla, su cookbook es una solemne mierda" GRACIAS, SHAL·LY!!


sábado, 11 de octubre de 2008

Un mes

Pues sí, nada más y nada menos. Siendo rigurosos, el mes se cumplió ayer, pero tampoco me pilló con ganas. Así que, para celebrarlo, he cogido el ordenador y me he venido al Amherst Coffee a marcarme un post con una birra al lado. Apunto antes que nada que ésto tiene trampa: el wireless es de pago, así que estoy escribiendo en el editor de texto para copiar y pegar en la web cuando llegue a casa.

Como tengo una tendencia enfermiza a la autojustificación, vaya por delante que la insoportable pose que supone llevarme el portátil a un bar y ponerme a escribir tiene explicación. Una explicación que va más allá de que me inspire el aroma a café y whiskey, o de intentar sentirme como un contertulio del Café Gijón o de Els Quatre Gats. Simplemente, me asustaba la imagen de verme solo, acodado en la barra mirándome los nudillos o los dedos entrelazados alrededor de la pinta. Recuerda demasiado a los borrachos profesionales, y me ha dado un pelín de miedo.

Pero bien, al tema. Un mes. Se ha pasado volando, eso lo primero. Obviamente, ha ayudado bastante el hecho de haber pasado dos semanas en Cambridge, pero aun así se ha hecho breve. Y ha dado juego, todo el que puede dar la observación de conductas y maneras que, al fin y al cabo, son de otra cultura.

Un ejemplo llamativo: la gente te saluda. Y no me refiero a la gente del departamento. Vas por la calle, te quedas mirando a alguien, aunque sea sin querer, aunque sea porque las miradas se han cruzado, y te saluda. Que tiene coña. Te han vendido tantas veces que aquí prima el individualismo por encima de todo que esperas encontrarte algo parecido a lo que sentimos los del ámbito rural (ese retruécano horrendo que se usa para decir "los del pueblo") cuando nos mudamos a la capital, pero en versión corregida y aumentada. Pues no, todo lo contrario.

Y cortado por un patrón parecido, situaciones extrañísimas. Más allá del camarero que te da dos minutos de palique sobre el sitio de donde vienes cuando entiende que eres extranjero. Hace apenas tres días fui a pagar para entrar a cenar con un billete de 50. La cajera que pone mala cara. Una voz detrás de mí que musita algo ininteligible y alarga una tarjeta. La cajera la pasa dos veces. Me acaban de invitar. "What?" "How?". Que sí, que sí, que te ha invitado la chica, eres su invitado. Y con la supina cara de gilipollas que se me queda no se me ocurre otra cosa que preguntarle a la muchacha "Why?". Y claro, entonces, en tu oxidado concepto europeo de la galantería, entiendes que por lo menos tendrás que sentarte con la señorita a cenar y parlotear un poco. Pues no. Se adelantó, cogió su bandeja y se perdió entre el tumulto. Si me siento en el borde de una cama y me hacen una foto, Lost in Traslation.

Esa misma extroversión tiene puntos buenos de tanto en tanto. Hace apenas dos noches encontré a la entrada de la residencia a un par de músicos que ya había oído desde mi habitación. Un rubiete con una guitarra y un chinaco con una armónica. Me paro, respetuoso, a cinco metros para escucharlos. Paran, me miran y se presentan. Y en cuanto se enteran de que en alguna reencarnación pasada he sido músico, el chinaco se va a su habitación y vuelve con un djembé. Que dices "joder, a estas alturas otra vez aporreando djembés, a mí ya se me ha pasado la edad de hacer esto". Pero oye, no había otra cosa, así que a la de tres entramos, en Sol. Y no habíamos acabado el primer blues cuando se para una negrita al lado. Repetición de la jugada: parón, presentación y preguntas. "No, yo no toco, I'm a singer" "So come and sing with us". Y allá que la chavala se arranca por Rythm'n'Blues y nosotros detrás. Al final, cuando cogió el tranquillo, hacía como pasitos adelante y atrás cuando cantaba. Por supuesto, ya que mi Orquesta ha decidido ponerme los cuernos y buscarse un batería en mi ausencia, voy a traicionarlos en justa reciprocidad y ya hemos quedado para ir a un local donde hacen Jam Sessions. Por cierto, tocan de la hostia. El chino empezó a explicarme que había dado clases con un tío muy bueno: "Ha tocado con gente buena, no sé si te sonarán. Muddy Waters, Eric Clapton..." No, que va. Para nada. A mí me sacas de Britney y Cristina Aguilera y no te sé decir. Ojo al parche...

El guitarra hoy estaba liado, me lo he encontrado cenando y se ha excusado. Así que no habrá viajecito. Pues nada, peli y libro. Atracón al canto en cuanto vuelva del bar. Este año me he tomado más en serio lo de aprovechar el tiempo muerto, y ya llevo tres libros y un folletín. Casi nada digno de reseñar, la verdad, pero he retomado la afición a la lectura, que la tenía algo abandonada. Si a eso le unes que tengo dos tarteras de CD's del videoclub "El Rabino Feliz", te encuentras con que puedes hacer unos combos la mar de graciosos. Hace un par de semanas fue en plan "Yankee Night": Primero, una hamburguesa para cenar con una cerveza local. Después, un rato leyendo "On the Road" (me compré una edición preciosa en Harvard por cuatro perras). Y, para rematarla, Patton. Así, a lo bruto. Cuando acabó, si llego a tener una guitarra, me hubiera arrancado con "Do not forsake, oh my darling", o algo así. 

Qué más puedo contar? Que se me está acabando la provisión de tabaco de casa y hoy he empezado a buscar alternativas gringas. Que el frío se resiste a llegar, así que hoy me he pegado el paseo por la tarde en manga corta. Que aunque no haga fresco, el otoño está empezando a ser espectacular. Que el sol de octubre pegando en árboles con todo el pantone que va del verde al rojo es digno de verse.

Y que se me ha acabado la birra, así que me vuelvo para casa.


Salut!

jueves, 9 de octubre de 2008

9 d'octubre

Aquest dia ací es fa un punt estrany. No tant, però, com podria ser-ho, car ja és el tercer seguit que em pilla lluny de casa. Però enguany és especialment lluny. I des d'ací em senc com un fill que ha fugit de casa i, el dia de l'aniversari de sa mare, es neguiteja veient-la embrutida, rondant els homes mes bruts, eixos que s'enriuen d'ella, que la maltracten, que disfruten vestint-la d'or com una puta mentre la restreguen pel fang. Com aquell que la veu i sap que, a més, tot això esdevé perquè ella es deixa.

I sospirant, i amb l'amor que sols pot ser filial, per com d'inconscient, d'irracional i de visceral que n'és, alça la veu i es reivindica: serà puta, bruta, baquetejada i lletja, si.

Però és la meua. 770, en fas ja. Per molts anys. T'estime.

 

domingo, 5 de octubre de 2008

Mediterráneo al rescate!

Estaba ya resignado. Al fin y al cabo, no era tan mal plan, el fin de semana pasado lo había solventado bastante bien. En Amherst hay un restaurante italiano, y sirven vino por copas. Las mesas de al lado de la ventana, que es enorme, son pequeñas, así que si llegas solo es fácil que te coloquen ahí. Pides y sacas un libro. Tienen además el detalle de colocarte un platito con aceite de oliva con ajos y guindilla macerados y un poco de perejil con una cestita de pan de focaccia, así que esperas la pasta tan ricamente. Comes con el libro abierto, como un intelectualillo del tres al cuarto, te bebes el chianti y después, antes de ir al despacho a currar un ratillo, paras en una cafetería donde tienen una máquina para hacer espresso. Y además, como está en la ciudad, te pegas un paseíto de veinte minutos a la ida y otro a la vuelta. No es mal plan.

Aparte, aquí es bastante común ver a la gente en los bares con Wi-Fi con el ordenador. Y oye, los post escritos en un pub con una pinta de cerveza deben quedar bastante bien. 

Estaba ya planteándome si lo que había estado bien para un fin de semana podría degenerar en miseria emocional al cabo de dos meses cuando, el jueves por la tarde, tocan a la puerta del despacho. Y yo con tres (3!) ventanas del Messenger abiertas. Manzanita-Tab, pantallazo del Gmail y me giro para encontrarme, presumiblemente a Min.

Y a quién me encuentro? A la post-doc italiana, Sara, hablando a una velocidad de padrenuestro en 7 segundos y contándome que el día ha sido un asco y que necesita salir a tomarse algo. 

Y es que sí, parece que la cosa ha tomado otro color. No hay nada como la comunidad de latinos expatriados para sentirte como en casa. Me hace gracia todavía cuando los más listillos que se quieren ir de Erasmus para aprender un idioma reniegan de Italia. "Italiano? Para qué? Si no sirve para nada" Al final, en todos los congresos, en las escuelas y, si tienes la suerte que yo he tenido, en los sitios a los que vas a trabajar, acabas juntándote con los italianos. Seguramente porque hablan inglés tan mal como nosotros, y así acabamos entendiéndonos. Pero claro, si llegas hablándoles en su idioma, pues la cosa se hace más fácil. Y ese es el caso.

Pues eso, unos vinitos el jueves por la noche y cenita y birras el sábado. Solos? No. Y aunque hubiéramos estado solos lo negaría, para evitar levantar susceptibilidades. El jueves se vinieron dos alemanas que ella había conocido en el autobús. Y el sábado una texana con una camiseta de Obama que habla italiano por los codos y que  nos invitó a una fiesta del departamento de italiano que había hoy domingo. A la barbequiú en cuestión ya me ha dado reparo ir, otro día será. Y tengo excusa: como buen hombre de ciencia todavía me faltan dos o tres iteraciones para acabar una cosilla (el proceeding de la SEA, para quien lo pueda entender) que hay que entregar antes del viernes. Además, cuando estábamos dejando a la gringa, el tema había derivado hacia la cualidad hereditaria (que por cierto los extranjeros encuentran curiosa y divertidísima) de la jefatura del estado español. El problema vino cuando comentamos que el heredero de la corona italiana ahora anda reclamando tropecientos millones de euros al estado italiano (y Berluska, como te descuides, se los pagará) en concepto de indemnización. Y a mí no se me ocurre nada mejor que decir que, puestos a derrocar monarquías "lo mejor es hacerlo a la rusa. Esos sí que sabían. Pasas a todos por la bayoneta y 80 años después nadie reclama nada porque no dejaste ni uno"

Y es que reivindicar a los bolcheviques en suelo yanki era una cosilla que tenía pendiente desde hacía tiempo. Ahora sólo me queda montar en globo y otra cosa. O puede que ni eso.

Lo dicho: creo que, si no amigos, ya tengo a alguien a quien salir de cervecitas le gusta incluso más que a mí y está dispuesta a hacer una labor social con un pobre inadaptado a la vida yanqui. Ah, y es de Roma. E viva!



Se merecen el homenaje

PD: Poco a poco vamos sabiendo. Sudán.

lunes, 29 de septiembre de 2008

La Casa del Príncipe

O Prince Hall, que así es como se llama la residencia en la que me han instalado. Vale, en realidad Prince es el apellido de un señor que tiene una placa en el vestíbulo, y que pondría pasta para una biblioteca o sintetizaría una molécula, que son las cosas por las que en estos lares se acostumbra a poner su nombre a instalaciones universitarias.

Y cómo es el lugar en el que he vuelto a recaer en la convivencia universitaria? Pues... Pues es, y de momento poco más. Alguien ha comentado delante de mí (no me preguntéis quién, no lo recuerdo) que es una "Grad Student Residence", esto es, una residencia para personal que está haciendo un máster o un doctorado. Puede ser, la verdad es que no he visto a nadie con esa entrañable pinta que hemos tenido los recién llegados a la universidad: bisoños, recontrahormonados y en el fondo inocentes, ellos, y aparentemente de vuelta, radicales en su estética, fuera cual fuera y listas para el desengaño, ellas. No, parece que el personal aquí ya tiene los huevos peludos. Y, sin embargo, la inmensa mayoría de las habitaciones, según se puede ver en los planos, son dobles. Por haber, hay hasta habitaciones de cuatro personas. Que no digo yo que no sea divertido irte de viaje una semana con los colegas y compartir habitación, u ocuparle la casa a un colega con motivo de alguna celebración (un ejemplo paradigmático sería la toma de pisos de estudiantes en Fallas). Pero es que la gracia reside precisamente en recordar los años en los que eso era lo normal,  no en compartir espacio vital con tres bigardos de más de 25 años durante todo un curso escolar. 

Bueno, allá cada uno con lo suyo. Y allá yo con mi James. Hablando de James, me desanimaba notoriamente lo mal que lo entendía cuando hablaba inglés. Ayer llegó de pasar el finde fuera, en Nueva York. Salgo a fumarme un pitillo (huelga decir que la residencia, como todo aquí, bares inclusive, es strictly non smoking) y cuando vuelvo me dice "disculpa, estoy hablando con mi mujer, y algo is not going right". "Coño, me voy fuera?" "No, no, sólo era por si te molestaba" Como mi idea era leer un rato en la cama, le dije que por mí no había problema, mientras pensaba que la una de la madrugada no era una hora demasiado ortodoxa para ponerse a hablar por teléfono. Inmediatamente caí en que mi razonamiento era una supina estupidez, pues ninguna hora es mala para una parienta con ganas de trifulca, pero en esas empecé a darme cuenta de que, por muy slang que estuviera hablando el colega, había algo que no cuadraba. Y tanto, que no cuadraba! Como que hoy, echando un vistazo a su estantería, me he encontrado esto:



Un neoliberal muy hijoputa no hubiera podido idear una distribución de los libros más retorcida...

Ahí queda eso, resulta que lo que habla mi roommate es swahili, ná menos! Voy a tener que pedirle que me explique un poco mejor eso de Utah. Y el caso es que me dijo que él era americano (where "american" stands for "gringo", ya conocéis la terminología de aquí)

Dejando de lado al James, decir que la residencia tiene una cocina común. Donde lo único común son los fogones, esto es, te tienes que agenciar hasta las sartenes. Con carita de pena, le he preguntado a Min si tiene por casa una sartén y una olla viejecitas que me pueda prestar hasta diciembre. Sí, vale, puedo comprármelas, pero también me tocó comprarme nada más llegar unas sábanas, una manta e incluso una almohada, que la cama no tenía más que un colchón pelao, y cuando se lo dijo me contestó que todas esas cosas se las podía pedir a él, que no valía la pena que me las comprara para menos de tres meses. En una muestra de buena fe, esa misma tarde me dejó un paraguas de cuadros verdes.

Para salir del paso los primeros días, o más bien las primeras noches, hice una compra de batalla: pan, tomates, salmón ahumado, brie y prosciutto para hacer las veces de jamón. La primera noche, bocatas de lujo. La segunda, como ya dejé entrever, chasco al descubrir que me había equivocado de electrodoméstico y que, a menos que quisiera cenar helados de salmón, queso y tomate, estaba bien jodido. Curiosa o sospechosamente, el jamón no se había congelado, y eso que estaba cortado en lonchas finas, así que me aticé unos bocatas como los que te ponen en los campos de fútbol: pan, jamón, y pan, a palo seco. Y si te cuesta tragar, polvorones.

Por suerte, el viernes, al volver de tomar unas cervezas, Min me comentó que al lado de mi residencia hay un comedor. Prince está es una zona donde hay otras residencias, supongo que del mismo palo, y edificios de unas 20 plantas que supongo apartamentos, así que da servicio a toda el área. Hace un ratillo he estado cenando allí y la impresión ya estaba matizada, pero el sábado, la primera vez que fui, fue entrar y decir "Joder, this is America!" Pagas a una cajera a la entrada (yo, 9 $, por ser "faculty" me sale más barato, ji, ji) y tienes una barbaridad de puestos, del tamaño de una cafetería de aeropuerto, con comida de lo más variado, y así revientes. Traigo aquí a los amigos del pueblo y llevan a la universidad a la quiebra en un mes. Lo dicho, de todo. Ante tal despliegue a la hora de la cena a mí me entra pesadez antes de empezar, así que estoy tirando por el colorista buffet de ensaladas. Entre otras cosas, tienen la delicadeza de poner una botella de vinagre y una de aceite al lado de las cincuenta salsas, así que estoy como en casa. Que te quieres tomar dos zumos? Pues te los tomas. Al final voy a resolver el tema de la comida mejor de lo que pensaba.

Vale, pero eso, como ya he comentado, es el comedor, y la preocupación por la decoración se quedó ahí. La residencia, una vez sales de los espacios de la primera planta, tiende al minimalismo. Decir que tiene un aire cuartelero es ser amable. No digo que sea carcelario porque hace mucho que no paso por el maco, pero mi habitación, sin ir más lejos, por no tener no tiene ni la pared lucida. Ladrillo cara vista, como en los colegios? No. Bloque caravista, como en un internado de la posguerra. Pintadito de blanco, eso sí. Tubos de la calefacción a la vista, una luz fluorescente nada más entrar y unos azulejos en el suelo muy Torremolinos'60. Vale, tiene una ventana grande. Pero como estamos a ras de suelo, mucho tiene que pegar el sol para que el ambiente no sea mortecino.

Eso la habitación, que pretende ser hogareña. El pasillo se matiza un poco porque el suelo está enmoquetado. Pero la escalera, por ejemplo, parece la de un búnker. Hormigón en el suelo, hormigon en las paredes y una desagradable sensación de haber visto algo parecido en algún matadero.

Solución contra tal tristeza ambiental? Currar como un campeón y acabar cansado y con ganas de llegar. Porque mi despacho está sucio, pero no es lo peor. Tampoco se les ocurrió ponerle una ventana. Cosustancial al becario, al fin y al cabo.

Vaya ladrillo me ha quedao...

jueves, 25 de septiembre de 2008

Despropósito Party

Creedme: iba a ponerme a enumerar aquí los desatinos que he tenido (o que han redundado en mí) desde que he llegado y no lo voy a hacer. Por qué? Porque he hecho un esquema mental mientras cenaba y en lugar de un post esto iba a parecer un sketch de Laurel y Hardy. Desde pillar buses en dirección contraria hasta meter la comida en el congelador en lugar de la nevera, con un trágicamente alto número de estados intermedios. Gensanta, que par de días llevo.

Bueno, que ya estoy en Amherst. En realidad, en la University of Massachussets. Amherst debe ser un pueblo que está más o menos cerca, yo vivo en el campus. En una residencia. Y ahora viene lo bueno: con un compi de habitación. A la vejez viruelas, hay que joderse. El último compañero de habitación que tuve se casó hace un mes, para que os hagáis una idea. No, falso! El año que estuve de erasmus compartí habitación un trimestre con un valencianet.  Y luego siete semanas (así es como cuentan el tiempo ellos) con un inglés, Joe, que dormía en un saco encima del colchón y era de higiene dispersa. Pues ale, a reverdecer laureles. El chaval se llama James, creo (mi capacidad para olvidar nombres es bíblica). Es de Utah y morenete. Como un tizón, hilando fino. Duerme con la cabeza tapada y los pies al aire, está haciendo estudios de postgrado en económicas y es un hacha dando indicaciones. Tanto, que si no llego a preguntar ayer y hoy a la gente que me iba encontrando por la calle ya estaría por Connecticut buscando el Wal-Mart. Qué figura, oyes! Le pregunto si se podía ir al mall a pie y me dice "sí, unos 20 minutos". Media hora de pateo después, y consejos de un abuelete mediantes, pillé el bus. 

Sirva para introducir también a la gente de por aquí. Pues de todo hay, como en botica. Hay gente que en cuanto la miras se apercata de tu cara de pulpo@garaje y con una sonrisa de oreja a oreja te pregunta en qué te puede ayudar. Hay burócratas cretinoides (aunque educad@s, y eso es un enorme paso adelante), camareros que te sueltan las preguntas como si te ametrallaran, compañeros de departamento majetes y, en general, gente que te echa un cable si te hace falta. Hace un ratillo, sin ir más lejos, salía a ver si conseguía comprarme un bote de gel cuando, por un pasillo de la residencia, oigo algo enrte lo que descifro "man", "what's that" y "back". Me giro y veo a un tío que se señalaba la espalda. Digo "coño, a ver si llevo algo colgando". Y no, sencillamente había visto el "Mediolanum" de mi sudadera del Milan y preguntaba qué era eso, por simple (o malsana, vete tú a saber) curiosidad. Santa falta de complejos, la de esta gente. Le he explicado un poco la batallita y, de paso, me ha acompañado a la tienda. Por cierto, el chaval es de la Roma. Del equipo, digo. 

Y el campus... el campus es muy grande. Pero mucho. Min (mi supervisor, no lo volveré a repetir) dice que no, que es tirando a pequeño. Coño con los estándares americanos, yo creo que mi pueblo entero cabe dentro. Bueno, si contamos los terrenos deportivos anexos cabe media comarca. En una esquina del campus, en un edificio de 15 plantas tengo ya mi despacho con mi mesa. La mesa más sucia que he visto en mi puta vida, y no es una metáfora.


Hay veces que paso la escoba por debajo de mi cama y no hay tanta pelusa

Y mira, hoy estoy con poca literatura. De la residencia mejor hablo otro día. Da para un post entero. Y largo.

martes, 23 de septiembre de 2008

Bye bye, Boston

"Qué poco dura lo bueno", decía la uela Consuelo en su eterno enfado cuando nos íbamos de Atzeneta después de unos (generalmente escasos) días. Y así estoy yo, en capilla, presto a mudarme a Amherst. Me han encontrado alojamiento que puedo ocupar a partir de mañana miércoles, y tan sólo falta que Min, mi supervisor, me confirme que no hay problema en que llegue mañana. Bueno, que me confirme eso y me explique cómo llegar de la parada del autobús hasta el campus. En cuanto me responda, me voy para casa. [Actualización on-time: mientras escribo me ha llegado un correo de Min. Mañana voy p'allá]. A hacer lo poco que hay que hacer de maleta, pegarme una rapada para llegar aseado y afeitadito y hacer una tortilla de patata para regarla con un Muga reserva que compré el otro día en el Liquor Shop y agradecerle así a Dani que me haya dado techo esta semana.

El tema del alojamiento se ha resuelto, sí, pero con un pequeño detalle cachondo que prefiero contar una vez esté allí. Pero que muy cachondo, vamos. Me río por no llorar, vamos a tomárnoslo con humor...

Así que se acabó Cambridge. Me quedo con el paseo por la mañana de casa al CfA los días soleados, parando a tomar un espresso en un coffee shop. Vale, te cobran 2.29$, pero mola porque el café está de coña y te lo prepara un japo con una ceremoniosidad que parece un bar de estos del Sushi-Show. Virgen, qué cantidad de maniobras para hacer un café, y todo con una velocidad y precisión propias de un ninja.

Sólo eso? No, mucho más. Las dos semanas aquí han sido bastante intensas. El domingo, sin ir más lejos, fue casi redondo. Buena comida, paseo y encontrarme con una cabalgata encabezada por esta especie de cabaret bufo. Después, descubrimiento de una tienda de discos de segunda mano y jolgorio al encontrar un disco que llevaba buscando año y medio. 10 dólares de nada, yupi! Para celebrarlo me compré un Gritest Jits de Isaac Hayes, ahora que se ha muerto, y una camiseta del local. Con mi zamarra de una tienda de discos de Harvard Square voy a ser el más cultureta del lugar, voto a Bríos!

Pero todo eso acabó. O al menos de forma continuada, supongo que haré escapadas ocasionales. Ahora toca irse para el centro del estado y ver llegar el otoño. Bueno, y currar un poquillo, ya que estamos. 

El panorama no es del todo desalentador. En el conjunto de estudiantes de doctorado del departamento, por supuesto, hay un considerable porcentaje de chinos. Me aferro, sin embargo, a que hay dos post-docs italianos. Me había llevado un alegrón cuando constaté que, en el "Departamento de lengua, literatura y cultura española y portuguesa" hay un visitor lecturer de catalán de nombre Josep. Xe, què bo! Pero ahora que ya ha empezado el curso han colgado la foto y el currículum, y he descubierto que se trata de un señor poeta muy afectado. Lo de señor lo digo porque se licenció en el 80, lo de poeta porque tiene 3 libros de versos editados y lo de afectado por la foto que le han colocado, donde sale muy serio, con una cara muy... muy de señor poeta afectado, vamos. De todos modos, supongo que acabaré enviándole un correo, departir con un poeta catalán en medio de Massachussets puede ser una experiencia.

Hay, por supuesto, otras cosas que hacer en el campus, dentro del cual voy a vivir. Sin ir más lejos, hay una liguilla de fútbol (soccer, I mean) para la que ya se ha pasado el plazo de inscripción. Aunque siendo todo un Eurocampeón digo yo que harán la vista gorda, no? Y hay también otra opción muchísimo más cachonda y bizarra, de la que estoy tomando más que buena nota: 




Siseñorrrr! Una Marching Band! Anda que no me lo iba a pasar yo poco bien haciendo el choto con un tambor enorme en el descanso de los partidos del equipo de fútbol americano. Si me dejan el uniforme gratis, el jueves mismo estoy allí como un clavo volviendo a practicar el paradiddle

Vamos, que opciones para divertirse parece que puede haberlas. Veremos como se da la cosa. Siendo sinceros, estoy nerviosico.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Albricias, albricias!

Hace escasos minutos he sabido que este apuesto mozo con el que aparezco en actitud sospechosamente cariñosa, que es mi hermano, ha aprobado la Selectividad e inicia en breve sus estudios universitarios.

Es guapo el jodido, eh?

"Y qué?" preguntarán algunos. Pues simplemente que, a menos que con el análisis del gas molecular de M83 cambie el paradigma actual de la Astrofísica, o bien que Natalie Portman me asalte en un tren Boston-Nueva York y abuse sexualmente de mí en el baño, ésta es, sin ningún género de dudas, la mejor y más importante noticia que se va a dar durante mi estancia aquí.

Eixe és el meu Ricardet!!

martes, 16 de septiembre de 2008

Prórroga

Ya tendría que estar de nuevo con las maletas hechas para partir mañana hacia Amherst. Pues bien, las maletas están, pero el adiós a Cambridge se va a retrasar. Como comenté en el último post, parecía que la búsqueda de piso no estaba siendo fácil. Efectivamente, tan poco fácil como para que me tenga que quedar aquí unos días más. Aparte, como la reserva en el B&B era hasta mañana, voy a ir de okupa a la coqueta casa de Dani. Cuando me dieron la beca me reafirmé en lo que al volver de Erasmus sólo había sido una soflama vacía de contenido: se acabó el dormir en sofás. No quieres caldo? Toma unos cuantos días de espalda dolorida que te esperan. Pero bueno, todo sea por sentirnos jóvenes e intrépidos. Vale, y por seguir aquí unos días más. Cuando el supervisor de Amherst me dijo "bueno, unos días más en Boston; así estás más tiempo en un sitio bonito..." me eché a temblar. Alguien conoce a un colaborador que hable mal de su lugar de trabajo a un invitado? Yo no. Bueno, ahora sí.

La cosa del lodging en Amherst parece que está realmente jodida. A mitad agosto ya era imposible encontrar nada dentro del campus. Era imposible en el caso de que tengas polla, vamos, porque las señoritas encargadas de gestionarlo aclararon que en caso de ser mujer, me podrían haber encontrado algo. Al hacer sabedora a mi directora de tesis de tal extremo, me comentó que si me había planteado el cambio de sexo, así de flamencos estamos.

[Nota al margen: sí, me lo planteé. Pero después recordé la sentencia que me echó mi madre en condiciones irreproducibles: "si fores dona series la més puta del poble!" A quien le apetezca, que traduzca]

A lo que íbamos, que está muy malamente. Eso sí, no se puede negar que le están echando voluntad. Ayer mismo me llamó Min, el tío con el que voy a currar para comentarme cómo estaba la cosa (mal, como ya he dicho), preguntarme si me importaba pillar el bus todos los días (acaso puedo elegir?) y cuánto estaba en condiciones de pagar. Por cierto, para grata sorpresa mía, me defiendo honrosamente con el inglés por teléfono. No habían pasado diez minutos cuando volvió a llamarme, y ésta sí que fue de traca:

-Vincent (he abdicado de mi pretensión de que se coman la primera "n" del nombre), this is Min again. Do you speak french?

Hombre, pues no. Si te vale el italiano podemos llegar a un acuerdo. Aunque hablando en catalán sé imitar el acento de Girona, que le tiene un aire al gavacho. No, espera, espera, en fin de año estuve toda la noche con una francesa y me puse a hablarle en francés y me entendía. O bueno, igual se limitaba a asentir... Mira, visto lo visto, mejor dejarlo correr. Querían un francoparlante (genio del humoooooor) para que les diera cháchara a los chiquillos, que los quieren bilingües. Oye, pues que se compren un CD de Edith Piaf y una terrina de foie, pero a mí que me dejen en paz. Sólo me faltaba eso, tirarme las horas que haga falta peleándome con una técnica infernal, llegar a casa destrozao y tener que dar carrete a dos moñacos.

-Bon soir, comment allez vous?!
-Jodidé, mon petit touche-coullons, jodidé!

Lo dicho, que sigo en Cambridge. Habrá que aprovecharlo, aunque no sepa muy bien cómo ni por qué.

Addendum importante: Desde YA me pongo a actualizar el Fotolog con material fresquito. Para dejar sin argumentos a alguien que se ha quejado de la falta de material gráfico, más que nada. Sois igualmente bienvenid@s. El link, en la columna de la derecha, arriba del tó.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Aquí no hay vaqueros

Ya va para cuatro días aquí. Y han cundido. Ayer aproveché el sábado, y que no llovía, para cruzar el río y pasar a Boston. Sí, pasar a Boston, porque por lo visto estoy viviendo y trabajando en Cambridge. Además, antes de coger el metro, nos dimos una vuelta por la zona de Harvard Square y paseamos un poco por el campus de Harvard. Ahí iba yo todo orgulloso, con la camiseta de la Orquesta y buscando un letrero bien grande que pusiera "Harvard University" para hacerme una foto y colgarla en el myspace. Pues nasti, no hay tal cartel, o al menos yo no lo encontré.

Pero encontré cosas mucho más sabrosas. Hay, por ejemplo, un edificio con forma de iglesia. En realidad, visto desde fuera ES una iglesia, y no es pequeña, precisamente. Con el tipo de arquitectura que se ve aquí (muy british, todo ladrillo rojo oscuro), su campanario, sus vidrieras y, no me hagáis jurarlo, pero creo que con su planta de cruz latina. Pues bien, no es una iglesia, es una especia de aula magna. Pero está construida como una iglesia a conciencia: es el Templo de la Razón. Flipante, eh? No olvidemos donde estamos, por favor, recordad que en los billetes de un dólar pone "In God we trust" y que una candidata a vicepresidenta aboga por enseñar el creacionismo en las escuelas. Pues nada, aquí van por libre. Ya puede haber campañas antiabortistas o en contra de la educación sexual en las escuelas, que aquí te encuentras a gente que te reparte bolsas con regalitos chorras en la calle. Pero es que los regalitos chorras son condones (de colores, por cierto) y un montón de información de la "Familiar Planning Foundation". Y las bolsas son del Boston Globe! Definitivamente, aquí no hay cowboys.

Venía avisado de que Massachussets es de lo más parecido a Europa que te puedes encontrar aquí. A falta de conocer otros sitios para comparar, puedo decir al menos que se parece mucho. La señora de la casa parece que tiene pero que mucho, mucho mundo. Tiene la casa llena de fotos con gente peculiar (me hizo gracia reconocer en una a ella misma con Ali Farka Touré), ha estado muchísimo por África y ha pasado también por la piel de toro. El detalle que me acabó de cautivar de ella fue cuando, al ver mi camiseta de Vespa, empezó a contarme que su padre tenía una, y que llevaba a ella y a su hermano en la parte de atrás a ver los partidos de los Red Sox. 

-Señora, que yo también tengo una! Y sabe qué le digo? Que su padre era un hombre con estilo.

El caso es que, no sé a santo de qué, el otro día mientras desayunaba salió el tema de las elecciones, la Presidential Race, que dicen aquí. Yo, por supuesto, me tenté la ropa antes de ponerme a soflamar. Y sin embargo, la prudencia estuvo a punto de hacerme traidor. No podéis imaginaros la cara que puso la señora cuando nombró a Sarah Palin. Se veía angustia, y no exagero. Verdadera angustia, pánico. Se echaba las manos a la cabeza cuando hablaba de las propuestas de la mujer. Vale, está claro que la mujer es demócrata, y me aclaró que en MA lo habían sido siempre. Pero la cara que ponía estaba más allá de querer que perdieran los republicanos para que ganaran los suyos o, mutatis mutande, de querer que ganara Obama. Lo de Cynthia, que así se llama la casera, era terror sincero a la barbarie que puede suponer esa troglodita en Washington.

Así, después de sacudirme algunos tópicos, cogimos el metro y pasamos a Boston. Si alguien que ha estado por estos lares acaba leyendo esto, supongo que sonreirá con condescendencia pensando que he descubierto la sopa de ajo, pero hay que reconocerlo. Boston, o al menos el centro, el downtown, es precioso. Una mezcla extrañísima. Por una parte, tienes el taxi enorme pasando por encima de un respiradero del metro del que sale humo. Pero delante tienes una iglesia de más de 300 años. Pleistoceno, tratándose de este país. El trazado urbano es demencial, casi moruno, pero los edificios son enormes, con rascacielos al lado de pequeñas iglesias del tamaño de una ermita. laRana, o algún castellonero habitual o visitante sonreirá al leer ésto: al fin y al cabo, eso es Castelló, caos urbanístico y un perfil quebrado. Pero es que aquí es bonito. Lo más grave es que, después de haber paseado un rato y habernos sentado 10 minutos en el puerto a ver el mar, fuimos a una terraza a tomarnos una cerveza y me asaltó un pensamiento intraquilizador: me sentía extrañamente cómodo, casi como estando por casa. Que nadie me pregunte por qué, pero me sentía más "en el extranjero" paseando por Ginebra que en aquella mesa bebiéndome una Sam Adams.

Y maldije mi suerte por tener que partir esta semana hacia Amherst. Aunque el colaborador con el que tengo que ir todavía no me ha encontrado alojamiento, así que puede que tenga suerte y pase aquí unos días más. Porque, para pasmo de propios y extraños, creo que sí. Me gusta Boston.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Ja estem ací

Ala, jueves por la mañanita y ya estoy instalado en mi coqueto despacho del CfA. Tiene cojones, a las nueve en punto ya estaba yo aquí, como un campeón, quedando como un tío cumplidor, cumplidor. Por supuesto, no tiene nada que ver con el jet-lag, ni con que me pasara casi todo el vuelo de Londres a Boston sobando, ni con que aquí se haga de día a las 6 de la mañana, ni con que una despistada que yo me sé me haya llamado a mediodía. Al mediodía granaíno, claro, que aquí venían a ser las 6. 

El viaje tuvo de todo. La primera conclusión, para mi sorpresa, es que creo que voy estando inmunizado. Me muevo por Barajas como si fuera mi pueblo, me siento hasta cómodo en la T4. Los nervios que solía llevar siempre encima cuando tenía que coger aviones parecen haber desaparecido, veremos si es una cosa definitiva.

Pero hubo de todo, ya digo. Para empezar, el vuelo a Londres se retrasó, y cuando bajé del avión tenía 45 minutos antes de que me cerraran el embarque del siguiente avión. En Heathrow. Nunca había estado antes, pero había oído barbaridades del calibre "hay enlaces que, sin salir del aeropuerto, te llevan hora y media". Y allá iba yo al trote cochinero, que no me llegaba la camisa al cuerpo. Sin embargo, la cosa fue como la seda, daba la sensación de estar dentro de una máquina que funcionaba a la perfección. En cada cruce de pasillos, información de sobra o una persona para indicar. Una persona generalmente hindú, hay que ver la cantidad de turbantes que se ven en ese aeropuerto, oye. Hasta el tío de seguridad que me cacheó lo llevaba. Además era bajito, con bigote y la mar de gracioso. Al pasar por ahí pillé un autobús que salió apenas me había subido, y llegué a la puerta de embarque con 10 minutos de tiempo todavía. Con 10 minutos de tiempo yo. Mi maleta no.  Eso me notificaron al bajar del avión en Boston, que mi equipaje se había vuelto moderniqui y había preferido quedarse en London. Bueno, una de mis maletas. La que ha llegado hasta aquí está semivacía, lleva sólo un abrigo, dos pares de calzado, dos jerséis de lana, la bolsa de aseo y un peluche de Epi que viaja siempre conmigo. Suerte que en un derooche de previsión había metido en el equipaje de mano una muda limpia... Los Britishaéreos me han asegurado que esta tarde la maleta está aquí. Ya veremos.

Se habían acabado las desdichas? Norrr! Comenté por aquí el año pasado que tenía la sensación de haber tenido suerte en mi primera entrada en Estados Unidos. Pues sí, efectivamente, había tenido suerte. O suerte o más idea para manejar la situación, toda la que me faltó ayer. Para los que no hayáis pasado por esa situación, os aseguro que un policía fronterizo (con nombre de tensor, por cierto) hablándote casi a gritos, preguntándote a qué has venido con malos modos y echándote en cara por qué no te has sacado un visado no es el mejor comité de bienvenida que puedes encontrate. Tuve incluso que pasar por un segundo control de pasaportes, donde me preguntaron de nuevo a qué venía.

-A aprender una técnica con un colaborador.
-Una técnica de qué?
-Informática, de tratamiento de datos.
-What kind of technique? What kind of data?
-[MUTE ON] Vas a cagar-te, xato [MUTE OFF] Software para calibración, reducción y análisis de datos radioastronómicos procedentes del interferómetro SMA, en Hawai'i. -Que ésto sé decirlo en inglés de carrerilla.

Y así un ratico hasta que decidieron que no suponía un peligro para la integridad de la nación y me dejaron pasar. No recordaba yo lo impotente que puedes llegarte a sentir delante de un policía soberbio. Consejos vendo que para mí no tengo, compañeros: decid que venís de turistas. Que ya os lo habían dicho en anteriores estancias en EE.UU.? Pues a mí no, creo que ya ha quedado claro. Lo que me salvó fue tener billete de vuelta cerrado para el 9 de diciembre. Si no, hubiéramos visto...

Pero estoy de un optimista enfermizo. Tanto, tanto, que estoy hasta sorprendido. Así que estoy la mar de contento, oye. El Bed&Breakfast está bien, la señora es mayor, muy agradable y una gran conversadora, al menos durante el desayuno. Y el camino hasta el curro, menos de diez minutos, lo he hecho fijándome en cada detalle, en cada casa, en cada matrícula. Y sabéis una cosa? Me ha parecido hasta bonito...

lunes, 8 de septiembre de 2008

I'm back!

Esta historia de la bitácora de viajes no deja de tener su coña. Cuando estoy diciendo a todo el mundo que me voy, me toca venir aquí a decir que he vuelto. Por esas gracias del destino, o de la planificación de mi grupo, el próximo domingo se cumple un añito del último post que escribí desde el lejano oriente. 

Un año que ha dado para mucho, por todos los lados, sus cosas buenas, sus cosas malas y las apacibles calmas con moraleja que han seguido a las tormentas. Podría hablar del DEA, ese monstruíto de casi 100 páginas que me tuvo a mal traer unos cuantos meses. Podría hablar de la Orquesta Piticli, la singularidad más felizmente divertida y rocanrolera que recuerdo en mucho tiempo (y lo que te rondaré, morena...). De noches, del '87, de bodas de amigos que me han destrozado, de que por fin, por fin, por fin conseguí ponerme al tema y aprender (bueno, aprender, aprender...) a tocar la guitarra. De 6 fines de semana seguidos subiendo a la terreta. De visitas de astrónomos al pueblo, de visitas del pueblo a los astrónomos, del tío Javier, de la cosineta Maria, que fue anunciada en este mismo blog, de mi despacho nuevo o de mil cosas más. Pero no lo voy a hacer.

No lo voy a hacer porque las letras que voy juntando aquí no surgieron para aburrir a nadie con mi cotidianeidad andaluza, sino para hacer lo propio con un viaje ciertamente peculiar. El que empieza ahora, a priori, no lo es tanto. Cambiamos Taipei por Amherst, la Academia Sinica por la University of Massachussets, Satoki Matsushita por Min Yun, un calor asfixiante por los previsible below zero que me esperan en Nueva Inglaterra. En resumen, y como bien he reflejado en el lateral del blog, hemos cambiado a la Rosa Maria Molló por la Rosa Calaf. Curiosamente, con una colonia de investigadores del terreno a apenas 100 kilómetros y un primo en Nueva Jersey, me da la sensación de estar lanzándome más al vacío, por aquello de que no conozco a nadie en el centro donde voy a estar. Por eso y porque todavía no tengo el tema del alojamiento resuelto (ay, mi loft en Taipei!)

Sin más. Con ganas de empezar de nuevo, con ilusión, un puntito de miedo, por qué negarlo, y tres meses por delante para rubricar o desmentir todo lo que haya llegado saber del Imperio, allá vamos sin red. Y como siempre acabo haciendo esto con prisas, y no tengo tiempo para decidir, ahí van un par de perlas que vienen como anillo al dedo. Ya habrá tiempo de poner cosas decentes, ahora estoy con ganas de traca.





Gracias por veniiiiiiir!!