I took a trip down to L'America

lunes, 29 de septiembre de 2008

La Casa del Príncipe

O Prince Hall, que así es como se llama la residencia en la que me han instalado. Vale, en realidad Prince es el apellido de un señor que tiene una placa en el vestíbulo, y que pondría pasta para una biblioteca o sintetizaría una molécula, que son las cosas por las que en estos lares se acostumbra a poner su nombre a instalaciones universitarias.

Y cómo es el lugar en el que he vuelto a recaer en la convivencia universitaria? Pues... Pues es, y de momento poco más. Alguien ha comentado delante de mí (no me preguntéis quién, no lo recuerdo) que es una "Grad Student Residence", esto es, una residencia para personal que está haciendo un máster o un doctorado. Puede ser, la verdad es que no he visto a nadie con esa entrañable pinta que hemos tenido los recién llegados a la universidad: bisoños, recontrahormonados y en el fondo inocentes, ellos, y aparentemente de vuelta, radicales en su estética, fuera cual fuera y listas para el desengaño, ellas. No, parece que el personal aquí ya tiene los huevos peludos. Y, sin embargo, la inmensa mayoría de las habitaciones, según se puede ver en los planos, son dobles. Por haber, hay hasta habitaciones de cuatro personas. Que no digo yo que no sea divertido irte de viaje una semana con los colegas y compartir habitación, u ocuparle la casa a un colega con motivo de alguna celebración (un ejemplo paradigmático sería la toma de pisos de estudiantes en Fallas). Pero es que la gracia reside precisamente en recordar los años en los que eso era lo normal,  no en compartir espacio vital con tres bigardos de más de 25 años durante todo un curso escolar. 

Bueno, allá cada uno con lo suyo. Y allá yo con mi James. Hablando de James, me desanimaba notoriamente lo mal que lo entendía cuando hablaba inglés. Ayer llegó de pasar el finde fuera, en Nueva York. Salgo a fumarme un pitillo (huelga decir que la residencia, como todo aquí, bares inclusive, es strictly non smoking) y cuando vuelvo me dice "disculpa, estoy hablando con mi mujer, y algo is not going right". "Coño, me voy fuera?" "No, no, sólo era por si te molestaba" Como mi idea era leer un rato en la cama, le dije que por mí no había problema, mientras pensaba que la una de la madrugada no era una hora demasiado ortodoxa para ponerse a hablar por teléfono. Inmediatamente caí en que mi razonamiento era una supina estupidez, pues ninguna hora es mala para una parienta con ganas de trifulca, pero en esas empecé a darme cuenta de que, por muy slang que estuviera hablando el colega, había algo que no cuadraba. Y tanto, que no cuadraba! Como que hoy, echando un vistazo a su estantería, me he encontrado esto:



Un neoliberal muy hijoputa no hubiera podido idear una distribución de los libros más retorcida...

Ahí queda eso, resulta que lo que habla mi roommate es swahili, ná menos! Voy a tener que pedirle que me explique un poco mejor eso de Utah. Y el caso es que me dijo que él era americano (where "american" stands for "gringo", ya conocéis la terminología de aquí)

Dejando de lado al James, decir que la residencia tiene una cocina común. Donde lo único común son los fogones, esto es, te tienes que agenciar hasta las sartenes. Con carita de pena, le he preguntado a Min si tiene por casa una sartén y una olla viejecitas que me pueda prestar hasta diciembre. Sí, vale, puedo comprármelas, pero también me tocó comprarme nada más llegar unas sábanas, una manta e incluso una almohada, que la cama no tenía más que un colchón pelao, y cuando se lo dijo me contestó que todas esas cosas se las podía pedir a él, que no valía la pena que me las comprara para menos de tres meses. En una muestra de buena fe, esa misma tarde me dejó un paraguas de cuadros verdes.

Para salir del paso los primeros días, o más bien las primeras noches, hice una compra de batalla: pan, tomates, salmón ahumado, brie y prosciutto para hacer las veces de jamón. La primera noche, bocatas de lujo. La segunda, como ya dejé entrever, chasco al descubrir que me había equivocado de electrodoméstico y que, a menos que quisiera cenar helados de salmón, queso y tomate, estaba bien jodido. Curiosa o sospechosamente, el jamón no se había congelado, y eso que estaba cortado en lonchas finas, así que me aticé unos bocatas como los que te ponen en los campos de fútbol: pan, jamón, y pan, a palo seco. Y si te cuesta tragar, polvorones.

Por suerte, el viernes, al volver de tomar unas cervezas, Min me comentó que al lado de mi residencia hay un comedor. Prince está es una zona donde hay otras residencias, supongo que del mismo palo, y edificios de unas 20 plantas que supongo apartamentos, así que da servicio a toda el área. Hace un ratillo he estado cenando allí y la impresión ya estaba matizada, pero el sábado, la primera vez que fui, fue entrar y decir "Joder, this is America!" Pagas a una cajera a la entrada (yo, 9 $, por ser "faculty" me sale más barato, ji, ji) y tienes una barbaridad de puestos, del tamaño de una cafetería de aeropuerto, con comida de lo más variado, y así revientes. Traigo aquí a los amigos del pueblo y llevan a la universidad a la quiebra en un mes. Lo dicho, de todo. Ante tal despliegue a la hora de la cena a mí me entra pesadez antes de empezar, así que estoy tirando por el colorista buffet de ensaladas. Entre otras cosas, tienen la delicadeza de poner una botella de vinagre y una de aceite al lado de las cincuenta salsas, así que estoy como en casa. Que te quieres tomar dos zumos? Pues te los tomas. Al final voy a resolver el tema de la comida mejor de lo que pensaba.

Vale, pero eso, como ya he comentado, es el comedor, y la preocupación por la decoración se quedó ahí. La residencia, una vez sales de los espacios de la primera planta, tiende al minimalismo. Decir que tiene un aire cuartelero es ser amable. No digo que sea carcelario porque hace mucho que no paso por el maco, pero mi habitación, sin ir más lejos, por no tener no tiene ni la pared lucida. Ladrillo cara vista, como en los colegios? No. Bloque caravista, como en un internado de la posguerra. Pintadito de blanco, eso sí. Tubos de la calefacción a la vista, una luz fluorescente nada más entrar y unos azulejos en el suelo muy Torremolinos'60. Vale, tiene una ventana grande. Pero como estamos a ras de suelo, mucho tiene que pegar el sol para que el ambiente no sea mortecino.

Eso la habitación, que pretende ser hogareña. El pasillo se matiza un poco porque el suelo está enmoquetado. Pero la escalera, por ejemplo, parece la de un búnker. Hormigón en el suelo, hormigon en las paredes y una desagradable sensación de haber visto algo parecido en algún matadero.

Solución contra tal tristeza ambiental? Currar como un campeón y acabar cansado y con ganas de llegar. Porque mi despacho está sucio, pero no es lo peor. Tampoco se les ocurrió ponerle una ventana. Cosustancial al becario, al fin y al cabo.

Vaya ladrillo me ha quedao...

jueves, 25 de septiembre de 2008

Despropósito Party

Creedme: iba a ponerme a enumerar aquí los desatinos que he tenido (o que han redundado en mí) desde que he llegado y no lo voy a hacer. Por qué? Porque he hecho un esquema mental mientras cenaba y en lugar de un post esto iba a parecer un sketch de Laurel y Hardy. Desde pillar buses en dirección contraria hasta meter la comida en el congelador en lugar de la nevera, con un trágicamente alto número de estados intermedios. Gensanta, que par de días llevo.

Bueno, que ya estoy en Amherst. En realidad, en la University of Massachussets. Amherst debe ser un pueblo que está más o menos cerca, yo vivo en el campus. En una residencia. Y ahora viene lo bueno: con un compi de habitación. A la vejez viruelas, hay que joderse. El último compañero de habitación que tuve se casó hace un mes, para que os hagáis una idea. No, falso! El año que estuve de erasmus compartí habitación un trimestre con un valencianet.  Y luego siete semanas (así es como cuentan el tiempo ellos) con un inglés, Joe, que dormía en un saco encima del colchón y era de higiene dispersa. Pues ale, a reverdecer laureles. El chaval se llama James, creo (mi capacidad para olvidar nombres es bíblica). Es de Utah y morenete. Como un tizón, hilando fino. Duerme con la cabeza tapada y los pies al aire, está haciendo estudios de postgrado en económicas y es un hacha dando indicaciones. Tanto, que si no llego a preguntar ayer y hoy a la gente que me iba encontrando por la calle ya estaría por Connecticut buscando el Wal-Mart. Qué figura, oyes! Le pregunto si se podía ir al mall a pie y me dice "sí, unos 20 minutos". Media hora de pateo después, y consejos de un abuelete mediantes, pillé el bus. 

Sirva para introducir también a la gente de por aquí. Pues de todo hay, como en botica. Hay gente que en cuanto la miras se apercata de tu cara de pulpo@garaje y con una sonrisa de oreja a oreja te pregunta en qué te puede ayudar. Hay burócratas cretinoides (aunque educad@s, y eso es un enorme paso adelante), camareros que te sueltan las preguntas como si te ametrallaran, compañeros de departamento majetes y, en general, gente que te echa un cable si te hace falta. Hace un ratillo, sin ir más lejos, salía a ver si conseguía comprarme un bote de gel cuando, por un pasillo de la residencia, oigo algo enrte lo que descifro "man", "what's that" y "back". Me giro y veo a un tío que se señalaba la espalda. Digo "coño, a ver si llevo algo colgando". Y no, sencillamente había visto el "Mediolanum" de mi sudadera del Milan y preguntaba qué era eso, por simple (o malsana, vete tú a saber) curiosidad. Santa falta de complejos, la de esta gente. Le he explicado un poco la batallita y, de paso, me ha acompañado a la tienda. Por cierto, el chaval es de la Roma. Del equipo, digo. 

Y el campus... el campus es muy grande. Pero mucho. Min (mi supervisor, no lo volveré a repetir) dice que no, que es tirando a pequeño. Coño con los estándares americanos, yo creo que mi pueblo entero cabe dentro. Bueno, si contamos los terrenos deportivos anexos cabe media comarca. En una esquina del campus, en un edificio de 15 plantas tengo ya mi despacho con mi mesa. La mesa más sucia que he visto en mi puta vida, y no es una metáfora.


Hay veces que paso la escoba por debajo de mi cama y no hay tanta pelusa

Y mira, hoy estoy con poca literatura. De la residencia mejor hablo otro día. Da para un post entero. Y largo.

martes, 23 de septiembre de 2008

Bye bye, Boston

"Qué poco dura lo bueno", decía la uela Consuelo en su eterno enfado cuando nos íbamos de Atzeneta después de unos (generalmente escasos) días. Y así estoy yo, en capilla, presto a mudarme a Amherst. Me han encontrado alojamiento que puedo ocupar a partir de mañana miércoles, y tan sólo falta que Min, mi supervisor, me confirme que no hay problema en que llegue mañana. Bueno, que me confirme eso y me explique cómo llegar de la parada del autobús hasta el campus. En cuanto me responda, me voy para casa. [Actualización on-time: mientras escribo me ha llegado un correo de Min. Mañana voy p'allá]. A hacer lo poco que hay que hacer de maleta, pegarme una rapada para llegar aseado y afeitadito y hacer una tortilla de patata para regarla con un Muga reserva que compré el otro día en el Liquor Shop y agradecerle así a Dani que me haya dado techo esta semana.

El tema del alojamiento se ha resuelto, sí, pero con un pequeño detalle cachondo que prefiero contar una vez esté allí. Pero que muy cachondo, vamos. Me río por no llorar, vamos a tomárnoslo con humor...

Así que se acabó Cambridge. Me quedo con el paseo por la mañana de casa al CfA los días soleados, parando a tomar un espresso en un coffee shop. Vale, te cobran 2.29$, pero mola porque el café está de coña y te lo prepara un japo con una ceremoniosidad que parece un bar de estos del Sushi-Show. Virgen, qué cantidad de maniobras para hacer un café, y todo con una velocidad y precisión propias de un ninja.

Sólo eso? No, mucho más. Las dos semanas aquí han sido bastante intensas. El domingo, sin ir más lejos, fue casi redondo. Buena comida, paseo y encontrarme con una cabalgata encabezada por esta especie de cabaret bufo. Después, descubrimiento de una tienda de discos de segunda mano y jolgorio al encontrar un disco que llevaba buscando año y medio. 10 dólares de nada, yupi! Para celebrarlo me compré un Gritest Jits de Isaac Hayes, ahora que se ha muerto, y una camiseta del local. Con mi zamarra de una tienda de discos de Harvard Square voy a ser el más cultureta del lugar, voto a Bríos!

Pero todo eso acabó. O al menos de forma continuada, supongo que haré escapadas ocasionales. Ahora toca irse para el centro del estado y ver llegar el otoño. Bueno, y currar un poquillo, ya que estamos. 

El panorama no es del todo desalentador. En el conjunto de estudiantes de doctorado del departamento, por supuesto, hay un considerable porcentaje de chinos. Me aferro, sin embargo, a que hay dos post-docs italianos. Me había llevado un alegrón cuando constaté que, en el "Departamento de lengua, literatura y cultura española y portuguesa" hay un visitor lecturer de catalán de nombre Josep. Xe, què bo! Pero ahora que ya ha empezado el curso han colgado la foto y el currículum, y he descubierto que se trata de un señor poeta muy afectado. Lo de señor lo digo porque se licenció en el 80, lo de poeta porque tiene 3 libros de versos editados y lo de afectado por la foto que le han colocado, donde sale muy serio, con una cara muy... muy de señor poeta afectado, vamos. De todos modos, supongo que acabaré enviándole un correo, departir con un poeta catalán en medio de Massachussets puede ser una experiencia.

Hay, por supuesto, otras cosas que hacer en el campus, dentro del cual voy a vivir. Sin ir más lejos, hay una liguilla de fútbol (soccer, I mean) para la que ya se ha pasado el plazo de inscripción. Aunque siendo todo un Eurocampeón digo yo que harán la vista gorda, no? Y hay también otra opción muchísimo más cachonda y bizarra, de la que estoy tomando más que buena nota: 




Siseñorrrr! Una Marching Band! Anda que no me lo iba a pasar yo poco bien haciendo el choto con un tambor enorme en el descanso de los partidos del equipo de fútbol americano. Si me dejan el uniforme gratis, el jueves mismo estoy allí como un clavo volviendo a practicar el paradiddle

Vamos, que opciones para divertirse parece que puede haberlas. Veremos como se da la cosa. Siendo sinceros, estoy nerviosico.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Albricias, albricias!

Hace escasos minutos he sabido que este apuesto mozo con el que aparezco en actitud sospechosamente cariñosa, que es mi hermano, ha aprobado la Selectividad e inicia en breve sus estudios universitarios.

Es guapo el jodido, eh?

"Y qué?" preguntarán algunos. Pues simplemente que, a menos que con el análisis del gas molecular de M83 cambie el paradigma actual de la Astrofísica, o bien que Natalie Portman me asalte en un tren Boston-Nueva York y abuse sexualmente de mí en el baño, ésta es, sin ningún género de dudas, la mejor y más importante noticia que se va a dar durante mi estancia aquí.

Eixe és el meu Ricardet!!

martes, 16 de septiembre de 2008

Prórroga

Ya tendría que estar de nuevo con las maletas hechas para partir mañana hacia Amherst. Pues bien, las maletas están, pero el adiós a Cambridge se va a retrasar. Como comenté en el último post, parecía que la búsqueda de piso no estaba siendo fácil. Efectivamente, tan poco fácil como para que me tenga que quedar aquí unos días más. Aparte, como la reserva en el B&B era hasta mañana, voy a ir de okupa a la coqueta casa de Dani. Cuando me dieron la beca me reafirmé en lo que al volver de Erasmus sólo había sido una soflama vacía de contenido: se acabó el dormir en sofás. No quieres caldo? Toma unos cuantos días de espalda dolorida que te esperan. Pero bueno, todo sea por sentirnos jóvenes e intrépidos. Vale, y por seguir aquí unos días más. Cuando el supervisor de Amherst me dijo "bueno, unos días más en Boston; así estás más tiempo en un sitio bonito..." me eché a temblar. Alguien conoce a un colaborador que hable mal de su lugar de trabajo a un invitado? Yo no. Bueno, ahora sí.

La cosa del lodging en Amherst parece que está realmente jodida. A mitad agosto ya era imposible encontrar nada dentro del campus. Era imposible en el caso de que tengas polla, vamos, porque las señoritas encargadas de gestionarlo aclararon que en caso de ser mujer, me podrían haber encontrado algo. Al hacer sabedora a mi directora de tesis de tal extremo, me comentó que si me había planteado el cambio de sexo, así de flamencos estamos.

[Nota al margen: sí, me lo planteé. Pero después recordé la sentencia que me echó mi madre en condiciones irreproducibles: "si fores dona series la més puta del poble!" A quien le apetezca, que traduzca]

A lo que íbamos, que está muy malamente. Eso sí, no se puede negar que le están echando voluntad. Ayer mismo me llamó Min, el tío con el que voy a currar para comentarme cómo estaba la cosa (mal, como ya he dicho), preguntarme si me importaba pillar el bus todos los días (acaso puedo elegir?) y cuánto estaba en condiciones de pagar. Por cierto, para grata sorpresa mía, me defiendo honrosamente con el inglés por teléfono. No habían pasado diez minutos cuando volvió a llamarme, y ésta sí que fue de traca:

-Vincent (he abdicado de mi pretensión de que se coman la primera "n" del nombre), this is Min again. Do you speak french?

Hombre, pues no. Si te vale el italiano podemos llegar a un acuerdo. Aunque hablando en catalán sé imitar el acento de Girona, que le tiene un aire al gavacho. No, espera, espera, en fin de año estuve toda la noche con una francesa y me puse a hablarle en francés y me entendía. O bueno, igual se limitaba a asentir... Mira, visto lo visto, mejor dejarlo correr. Querían un francoparlante (genio del humoooooor) para que les diera cháchara a los chiquillos, que los quieren bilingües. Oye, pues que se compren un CD de Edith Piaf y una terrina de foie, pero a mí que me dejen en paz. Sólo me faltaba eso, tirarme las horas que haga falta peleándome con una técnica infernal, llegar a casa destrozao y tener que dar carrete a dos moñacos.

-Bon soir, comment allez vous?!
-Jodidé, mon petit touche-coullons, jodidé!

Lo dicho, que sigo en Cambridge. Habrá que aprovecharlo, aunque no sepa muy bien cómo ni por qué.

Addendum importante: Desde YA me pongo a actualizar el Fotolog con material fresquito. Para dejar sin argumentos a alguien que se ha quejado de la falta de material gráfico, más que nada. Sois igualmente bienvenid@s. El link, en la columna de la derecha, arriba del tó.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Aquí no hay vaqueros

Ya va para cuatro días aquí. Y han cundido. Ayer aproveché el sábado, y que no llovía, para cruzar el río y pasar a Boston. Sí, pasar a Boston, porque por lo visto estoy viviendo y trabajando en Cambridge. Además, antes de coger el metro, nos dimos una vuelta por la zona de Harvard Square y paseamos un poco por el campus de Harvard. Ahí iba yo todo orgulloso, con la camiseta de la Orquesta y buscando un letrero bien grande que pusiera "Harvard University" para hacerme una foto y colgarla en el myspace. Pues nasti, no hay tal cartel, o al menos yo no lo encontré.

Pero encontré cosas mucho más sabrosas. Hay, por ejemplo, un edificio con forma de iglesia. En realidad, visto desde fuera ES una iglesia, y no es pequeña, precisamente. Con el tipo de arquitectura que se ve aquí (muy british, todo ladrillo rojo oscuro), su campanario, sus vidrieras y, no me hagáis jurarlo, pero creo que con su planta de cruz latina. Pues bien, no es una iglesia, es una especia de aula magna. Pero está construida como una iglesia a conciencia: es el Templo de la Razón. Flipante, eh? No olvidemos donde estamos, por favor, recordad que en los billetes de un dólar pone "In God we trust" y que una candidata a vicepresidenta aboga por enseñar el creacionismo en las escuelas. Pues nada, aquí van por libre. Ya puede haber campañas antiabortistas o en contra de la educación sexual en las escuelas, que aquí te encuentras a gente que te reparte bolsas con regalitos chorras en la calle. Pero es que los regalitos chorras son condones (de colores, por cierto) y un montón de información de la "Familiar Planning Foundation". Y las bolsas son del Boston Globe! Definitivamente, aquí no hay cowboys.

Venía avisado de que Massachussets es de lo más parecido a Europa que te puedes encontrar aquí. A falta de conocer otros sitios para comparar, puedo decir al menos que se parece mucho. La señora de la casa parece que tiene pero que mucho, mucho mundo. Tiene la casa llena de fotos con gente peculiar (me hizo gracia reconocer en una a ella misma con Ali Farka Touré), ha estado muchísimo por África y ha pasado también por la piel de toro. El detalle que me acabó de cautivar de ella fue cuando, al ver mi camiseta de Vespa, empezó a contarme que su padre tenía una, y que llevaba a ella y a su hermano en la parte de atrás a ver los partidos de los Red Sox. 

-Señora, que yo también tengo una! Y sabe qué le digo? Que su padre era un hombre con estilo.

El caso es que, no sé a santo de qué, el otro día mientras desayunaba salió el tema de las elecciones, la Presidential Race, que dicen aquí. Yo, por supuesto, me tenté la ropa antes de ponerme a soflamar. Y sin embargo, la prudencia estuvo a punto de hacerme traidor. No podéis imaginaros la cara que puso la señora cuando nombró a Sarah Palin. Se veía angustia, y no exagero. Verdadera angustia, pánico. Se echaba las manos a la cabeza cuando hablaba de las propuestas de la mujer. Vale, está claro que la mujer es demócrata, y me aclaró que en MA lo habían sido siempre. Pero la cara que ponía estaba más allá de querer que perdieran los republicanos para que ganaran los suyos o, mutatis mutande, de querer que ganara Obama. Lo de Cynthia, que así se llama la casera, era terror sincero a la barbarie que puede suponer esa troglodita en Washington.

Así, después de sacudirme algunos tópicos, cogimos el metro y pasamos a Boston. Si alguien que ha estado por estos lares acaba leyendo esto, supongo que sonreirá con condescendencia pensando que he descubierto la sopa de ajo, pero hay que reconocerlo. Boston, o al menos el centro, el downtown, es precioso. Una mezcla extrañísima. Por una parte, tienes el taxi enorme pasando por encima de un respiradero del metro del que sale humo. Pero delante tienes una iglesia de más de 300 años. Pleistoceno, tratándose de este país. El trazado urbano es demencial, casi moruno, pero los edificios son enormes, con rascacielos al lado de pequeñas iglesias del tamaño de una ermita. laRana, o algún castellonero habitual o visitante sonreirá al leer ésto: al fin y al cabo, eso es Castelló, caos urbanístico y un perfil quebrado. Pero es que aquí es bonito. Lo más grave es que, después de haber paseado un rato y habernos sentado 10 minutos en el puerto a ver el mar, fuimos a una terraza a tomarnos una cerveza y me asaltó un pensamiento intraquilizador: me sentía extrañamente cómodo, casi como estando por casa. Que nadie me pregunte por qué, pero me sentía más "en el extranjero" paseando por Ginebra que en aquella mesa bebiéndome una Sam Adams.

Y maldije mi suerte por tener que partir esta semana hacia Amherst. Aunque el colaborador con el que tengo que ir todavía no me ha encontrado alojamiento, así que puede que tenga suerte y pase aquí unos días más. Porque, para pasmo de propios y extraños, creo que sí. Me gusta Boston.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Ja estem ací

Ala, jueves por la mañanita y ya estoy instalado en mi coqueto despacho del CfA. Tiene cojones, a las nueve en punto ya estaba yo aquí, como un campeón, quedando como un tío cumplidor, cumplidor. Por supuesto, no tiene nada que ver con el jet-lag, ni con que me pasara casi todo el vuelo de Londres a Boston sobando, ni con que aquí se haga de día a las 6 de la mañana, ni con que una despistada que yo me sé me haya llamado a mediodía. Al mediodía granaíno, claro, que aquí venían a ser las 6. 

El viaje tuvo de todo. La primera conclusión, para mi sorpresa, es que creo que voy estando inmunizado. Me muevo por Barajas como si fuera mi pueblo, me siento hasta cómodo en la T4. Los nervios que solía llevar siempre encima cuando tenía que coger aviones parecen haber desaparecido, veremos si es una cosa definitiva.

Pero hubo de todo, ya digo. Para empezar, el vuelo a Londres se retrasó, y cuando bajé del avión tenía 45 minutos antes de que me cerraran el embarque del siguiente avión. En Heathrow. Nunca había estado antes, pero había oído barbaridades del calibre "hay enlaces que, sin salir del aeropuerto, te llevan hora y media". Y allá iba yo al trote cochinero, que no me llegaba la camisa al cuerpo. Sin embargo, la cosa fue como la seda, daba la sensación de estar dentro de una máquina que funcionaba a la perfección. En cada cruce de pasillos, información de sobra o una persona para indicar. Una persona generalmente hindú, hay que ver la cantidad de turbantes que se ven en ese aeropuerto, oye. Hasta el tío de seguridad que me cacheó lo llevaba. Además era bajito, con bigote y la mar de gracioso. Al pasar por ahí pillé un autobús que salió apenas me había subido, y llegué a la puerta de embarque con 10 minutos de tiempo todavía. Con 10 minutos de tiempo yo. Mi maleta no.  Eso me notificaron al bajar del avión en Boston, que mi equipaje se había vuelto moderniqui y había preferido quedarse en London. Bueno, una de mis maletas. La que ha llegado hasta aquí está semivacía, lleva sólo un abrigo, dos pares de calzado, dos jerséis de lana, la bolsa de aseo y un peluche de Epi que viaja siempre conmigo. Suerte que en un derooche de previsión había metido en el equipaje de mano una muda limpia... Los Britishaéreos me han asegurado que esta tarde la maleta está aquí. Ya veremos.

Se habían acabado las desdichas? Norrr! Comenté por aquí el año pasado que tenía la sensación de haber tenido suerte en mi primera entrada en Estados Unidos. Pues sí, efectivamente, había tenido suerte. O suerte o más idea para manejar la situación, toda la que me faltó ayer. Para los que no hayáis pasado por esa situación, os aseguro que un policía fronterizo (con nombre de tensor, por cierto) hablándote casi a gritos, preguntándote a qué has venido con malos modos y echándote en cara por qué no te has sacado un visado no es el mejor comité de bienvenida que puedes encontrate. Tuve incluso que pasar por un segundo control de pasaportes, donde me preguntaron de nuevo a qué venía.

-A aprender una técnica con un colaborador.
-Una técnica de qué?
-Informática, de tratamiento de datos.
-What kind of technique? What kind of data?
-[MUTE ON] Vas a cagar-te, xato [MUTE OFF] Software para calibración, reducción y análisis de datos radioastronómicos procedentes del interferómetro SMA, en Hawai'i. -Que ésto sé decirlo en inglés de carrerilla.

Y así un ratico hasta que decidieron que no suponía un peligro para la integridad de la nación y me dejaron pasar. No recordaba yo lo impotente que puedes llegarte a sentir delante de un policía soberbio. Consejos vendo que para mí no tengo, compañeros: decid que venís de turistas. Que ya os lo habían dicho en anteriores estancias en EE.UU.? Pues a mí no, creo que ya ha quedado claro. Lo que me salvó fue tener billete de vuelta cerrado para el 9 de diciembre. Si no, hubiéramos visto...

Pero estoy de un optimista enfermizo. Tanto, tanto, que estoy hasta sorprendido. Así que estoy la mar de contento, oye. El Bed&Breakfast está bien, la señora es mayor, muy agradable y una gran conversadora, al menos durante el desayuno. Y el camino hasta el curro, menos de diez minutos, lo he hecho fijándome en cada detalle, en cada casa, en cada matrícula. Y sabéis una cosa? Me ha parecido hasta bonito...

lunes, 8 de septiembre de 2008

I'm back!

Esta historia de la bitácora de viajes no deja de tener su coña. Cuando estoy diciendo a todo el mundo que me voy, me toca venir aquí a decir que he vuelto. Por esas gracias del destino, o de la planificación de mi grupo, el próximo domingo se cumple un añito del último post que escribí desde el lejano oriente. 

Un año que ha dado para mucho, por todos los lados, sus cosas buenas, sus cosas malas y las apacibles calmas con moraleja que han seguido a las tormentas. Podría hablar del DEA, ese monstruíto de casi 100 páginas que me tuvo a mal traer unos cuantos meses. Podría hablar de la Orquesta Piticli, la singularidad más felizmente divertida y rocanrolera que recuerdo en mucho tiempo (y lo que te rondaré, morena...). De noches, del '87, de bodas de amigos que me han destrozado, de que por fin, por fin, por fin conseguí ponerme al tema y aprender (bueno, aprender, aprender...) a tocar la guitarra. De 6 fines de semana seguidos subiendo a la terreta. De visitas de astrónomos al pueblo, de visitas del pueblo a los astrónomos, del tío Javier, de la cosineta Maria, que fue anunciada en este mismo blog, de mi despacho nuevo o de mil cosas más. Pero no lo voy a hacer.

No lo voy a hacer porque las letras que voy juntando aquí no surgieron para aburrir a nadie con mi cotidianeidad andaluza, sino para hacer lo propio con un viaje ciertamente peculiar. El que empieza ahora, a priori, no lo es tanto. Cambiamos Taipei por Amherst, la Academia Sinica por la University of Massachussets, Satoki Matsushita por Min Yun, un calor asfixiante por los previsible below zero que me esperan en Nueva Inglaterra. En resumen, y como bien he reflejado en el lateral del blog, hemos cambiado a la Rosa Maria Molló por la Rosa Calaf. Curiosamente, con una colonia de investigadores del terreno a apenas 100 kilómetros y un primo en Nueva Jersey, me da la sensación de estar lanzándome más al vacío, por aquello de que no conozco a nadie en el centro donde voy a estar. Por eso y porque todavía no tengo el tema del alojamiento resuelto (ay, mi loft en Taipei!)

Sin más. Con ganas de empezar de nuevo, con ilusión, un puntito de miedo, por qué negarlo, y tres meses por delante para rubricar o desmentir todo lo que haya llegado saber del Imperio, allá vamos sin red. Y como siempre acabo haciendo esto con prisas, y no tengo tiempo para decidir, ahí van un par de perlas que vienen como anillo al dedo. Ya habrá tiempo de poner cosas decentes, ahora estoy con ganas de traca.





Gracias por veniiiiiiir!!