I took a trip down to L'America

lunes, 1 de diciembre de 2008

De vuelta

Ha sido genial. Y como todo lo bueno, ha durado poco, o al menos lo ha parecido.

En primerísimo lugar, ha sido una gozada encontrarme con la familia allende los mares. Vale, en navidad nos vamos a juntar veintipico y aquí sólo estábamos el cosí Carlos y yo. Pero donde hay dos Badenes, hay familia. Y punto. Creo que ninguno de los dos defraudó al otro, y buena prueba de ello fue el énfasis con el que nos dimos a lo que mejor sabemos hacer juntos, que es beber cerveza. Por supuesto, más de un brindis fue para el tío Javier, que era la tercera pata del banco que aguantaba la barra del bar Gilber a poco que nos juntáramos en Atzeneta.

Ha habido tiempo para algo más que beber en pareja. Hemos bebido también mucho en grupo. A falta de nada mejor, en la familia nos enorgullecemos de saber rodearnos de buena gente, y el primo de Princeton no está siendo menos. La cuadrilla con la que anda el mozo por allí es de lo más divertido, y la prestigiosa (vamos, digo yo) astrónoma italiana que puso la casa para los actos multitudinarios (aka. borrachera del miércoles noche y despropósito de Acción de Gracias) es una regadera con patas de lo más divertido. Fue en su horno en el que se estuvo cocinando el pavo por dos o tres horas más de lo esperado. Espera que fue menos gracias al alijo de jamón que había enviado la tía Mari Tere a su hijo y sobrino. No veas cómo voló, oiga, que me lo quitan de las manos. Es lo que pasa cuando le pones delante un plato de ibérico in-cre-í-ble a gente que, en el mejor de los casos, no ha pasado del San Daniele.

Y también ha habido tiempo para ir a Nueva York, por supuesto. El viernes, con todo el resacón, nos lo tomamos con filosofía y llegamos tardecito y dispuestos a hacer el turista. Así que, como buenos turistas, bajamos del metro en Brooklyn y cruzamos el puente a patita. He aquí el testimonio gráfico.

El mozo es mi primo. Sale movido, pero es que se puso en medio para joder la foto. Pues ale, toma.

Una vez en Manhattan ya no pudimos soportar la sed, así que iniciamos la secuencia del turista viciosete: media hora de paseo por Chinatown, media hora en un bar. Media hora en Little Italy, cenita con birra. Media hora para encontrar en Red Lion Bar, y el acabose. Vaya por delante que tampoco queríamos beber tanto, pero es que la banda que empezó a tocar a las 10 era algo superlativo, así que tuvimos que quedarnos más rato y seguir consumiendo.

Para que no pudieran decir de mí, al día siguiente volví yo solito e hice lo que se supone que debe hacer un paleto como yo en NY: Empire State, 5ª Avenida, Central Park, Grand Central, Chrysler... Habéis visto mil fotos y todas mejores que las mías y para volver a oir aquello de "es como en las películas" o "en cada semáforo tienes que levantar la cabeza", pues mejor os ponéis una peli de Woody Allen y os hacéis una idea. By the way, compañeros Piticlis, si ellos pueden acabar tocando en ese templo mundial, todo es cuestión de proponérselo. Del Ardacho al Radio City sólo hay un paso.

Todo ésto hubiera dado para un fin de semana redondo, genial. Pero faltaba una visita obligada. No hablo del campus de Princeton. Es precioso, increíble, pero no viene al caso. Hablo de una tienda. De discos. De segunda mano. Y donde por 55 dólares (que no olvidemos que, al cambio que se me aplicó cuando los compré son menos de 40 euros) te puedes comprar 11 discos. Repito, para pasmo y envidia: 40 euros, 11 discos. Encontré cosas que buscaba específicamente, me permití bromas macabras [el de Thin Lizzy, clic para ampliar y dar fe, me salió por el precio de una caña en un bar. En un bar de Granada, no de aquí], y aproveché para hacer compras que no hubiera hecho de otra manera.



Me largué de allí cuando ya me estaba dando el mal de Stendhal. Ya veremos si puedo pasar la frontera sin que me acusen de contrabando. Y para los observadores: sí, en la foto hay 13, no 11. Ya puestos, me compré un par a precio "normal", 12 dólares. Si queréis hacer una porra para adivinar cuáles son, se los grabo al ganador ...

7 comentarios:

Rubentxo dijo...

Qué bien te lo montas...
Anda, grábame los más guaises...

Anónimo dijo...

ie ie ie
tu si q eres un home!!!

olé la compra el viatge i la crònica.

ai el nostre xic q d'ací res torna a la piel de toro, ara q ya era un més als USA
ara ja pots ser una estrella del ROCK contant les teues experiències a les grupis!

au tio
pep

Anónimo dijo...

eseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!
Que ya vuelves en un tris!!!
Bicos!!!!

Anónimo dijo...

Pink Martini y Miles Davis.
Estamos haciendo sesión de Harry el Sucio con el rabino. El buen gusto es lo primero, ¿no? Para cuando llegues, estaremos con el ciclo John Rambo.
besets

Sentet dijo...

Pelusa, eres el segundo que vota por esa opción. Y, consecuentemente, el segundo que acierta el de Miles y yerra en el otro. La verdad, alabo el buen concepto que tenéis de mí, a veces olvidáis lo petardo que puedo llegar a ser.

El de Pink Martini no me lo hubiera comprado por 12 dólares: lo tengo grabado desde hace 3 años y pico.

Y ya te vale. Al Rabino Harry Callahan y a mí John Rambo. Si fueras mujer dormirías con skyjama en casa y en lencería en la cama de tus amantes...

Unknown dijo...

jaj!
De tu comentario anterior se deduce lo poco que conoces a las mujeres.
Y yo no vi la de jarri, así que nos podemos pegar la sesión de rezagados si quieres. Y no me llores.
Bicos!!!!

Anónimo dijo...

bueno, había que jugársela. Por cierto, te felicito por tu exquisito a la par que petardil gusto musical.
Los ciclos, lo bueno que tienen, es que se repiten cada X. Así que tranquilo. Además, Antonio también se ha quedado rezagado.
Y totalmente de acuerdo con Marta. No te subestimes, chaval. Harry Callahan era un bombón al sol y no podíamos dejarlo derretirse. musutxus