I took a trip down to L'America

domingo, 2 de septiembre de 2007

Dar cera...

Ayer me escapé un poco de Taipei. No, no me perdí en las junglas del sur de la isla ni subí a los más altos picos que jalonan la cordillera central. Pero cogí el metro y me fui hasta la última estación. Los fines de línea suenan más literarios de lo que en realidad son, exceptuando el lugar donde los autobuses de línea de Liverpool daban la vuelta en los 60, la calle del penique creo que se llamaba. En el caso del metro de Taipei, el final de la línea roja se traduce a caracteres occidentales como Danshui, y resulta ser el mar.

En Valencia, la cabecera de una línea también acaba en el mar, en la playa de la Malva-Rosa. Con el chiringuito de los barcos creo que han inaugurado otra línea que va a parar al puerto. Me da igual, yo a la playa iba primero en bici y después en Vespa. Preferiblemente en exámenes de junio, después de cenar. Salía al Parterre, cruzaba el río y enfilaba la avenida del puerto desde el Palau. Y cuando llevaba ya como media avenida, inspiraba fuerte y me daba la sensación de haber abandonado la capital. Olor de mar, demasiada gente lo ha descrito ya como para que venga yo dándomelas de poeta marino. Era salir de la ciudad y dejar en ella todo, exámenes incluídos. Te dabas un chapuzón, hacías el ninot un rato y podías estar seguro de que no iban a pasar cinco minutos una vez arrancaras la moto antes de que algún valencianet se cebara con el cláxon o se olvidara de que a una moto hay que guardarle cierta distancia de seguridad, con lo cual volvías a las coordenadas espacio-temporales reales (València city, exámenes de junio) a base de hostias.

Por qué todo esto? Porque cuando llegué no notaba el mar por ningún lado. Sí, lo tenía delante, pero entre que no había playa, que el agua está sucia de pelotas y que no olía a mar (no, no olía), pues era un poco como seguir en Taipei. Estábamos en la desembocadura del río que cruza la capital (que, por cierto, no sé cómo se llama) y mirando en dirección opuesta a la desembocadura se veía una parte de la ciudad con un filtro gris. Taipei no es bonita ni vista desde el mar, manda huevos. Así que, dado que no nos podíamos extasiar con el paisaje, fuimos a ver el night market que había en una calle


Un coleccionista de tópicos se hubiera hecho de oro. Una calle estrecha de por sí en la que en todos los bajos hay negocios. Por si fuera poco, en doble fila, hay una línea prácticamente contínua de puestecitos móviles de comida. Y el western taste se queda en el McDonalds de la esquina. Podría llenar varios posts sólo con el reportaje que intenté hacer sobre estas paraetas donde lo mismo te hacen un calamar (enterito) a la plancha que te sirven un cucurucho de caracoles, pero de los blancos con forma de huso. La sensación del lugar parece ser que son unos huevos de tamaño parecido a los de codorniz (pero que igual son de iguana, vete tú a saber) hechos vuelta y vuelta. Tengo que hacer un álbum en Picasa sólo para colgarlas, a ver si os paso la dirección. La calle, por supuesto, tomada por urbanitas que tienen que hacer algo en sábado y con los olores típicos de un mercado taiwanés en versión corregida y aumentada. Algo grande, oyes...

Por esas cosas que pasan, la gente con la que iba (ayer tocaba japonesa, vietnamita, hindú y francés) tenían en mente ir a la playa. Algo sí que me pude reir de ellos hasta que finalmente, autobús y muchas explicaciones en chinenglish mediantes, llegamos a una playa de verdad, con agiua limpia, arena y bañistas. Y una temperatura del agua obscenamente cálida, para que luego vengan los cantábricos a decirnos que el Mediterráneo es una bañera llena de orín. El menda, que no iba avisado, no llevaba bañador, así que después de mojarme los pies -con los pantalones arromangados, abuelo vigilando a los nietos style- me senté en la orilla y me encendí un piti intentando descubrir en el horizonte la costa continental, ésa desde la que nos apuntan 2.000 misiles del Ejército del Pueblo. Fue entonces cuando reparé en que llevaba encima desde hacía un rato la bolsa de la compra. En la calle de los horrores que he pintado antes había encontrado una tienda de ropa tradicional. Que no tuviera un neón en la puerta y que las notas del interior fueran cálidos y no un reflejo de fluorescente en paredes alicatadas me dio buenas vibraciones. Al entrar lo confirmé, había ropa de lino, algodón y seda y además de bonita parecía buena. La dueña insistió en que lo hacían ellos, y es posible que así sea: los precios iban en consonancia, y la calle estaba llena de tiendas de ropa de las que cuando yo estoy en casa llamo de los chinos, por lo que supuse que sería verdad, ya que si algo tienen los taiwaneses entre ceja y ceja son los principios básicos del capitalismo, y no van a pagar el triple por una prenda sólo porque la tienda es más apañá. Entré con la idea de comprarme una camisa, pero la señora me engatusó para que me probara uno de esos pantalones que parecen saragüells de los que usaban mis ancestros para segar el arroz en l'Albufera. Una vez me los puse, sentí que me los tenía que traer de vuelta para casa, hacía tiempo que no me ponía nada tan cómodo.

Total: una playa china, una bolsa con ropa china, un atardecer chino... Hay momentos en la vida de un hombre que no hay que dejar pasar a menos que quieras arrepentirte de ello toda la vida. No cometí ese error:



Be water, my friend...

PD: Collons, ja és setembre!

10 comentarios:

marcos dijo...

Increible,igualito que Bruce Lee. Unos meses en Taiwan y ya has aprendido la técnica de la abutarda beoda, o acaso es la del macaco porrero, sea como sea los pantlones te quedan bien.

Anónimo dijo...

Jej!
Suscribo lo q dice marcos, vas a venir hecho un pincel, con ropita china, la camisa hawaiana, etc.
Ya nos vemos prontito!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Bicos

LaRana dijo...

Doy fe: En Sri Lanka la martampoco olía a mar. Debe ser que olía a oceano...

prueba dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
prueba dijo...

.. pulil cela :-P

Vas a venir hecho un figulín...

Salu2.

Anónimo dijo...

Qué polémico!!!
Qué es ese comentario suprimido? De quién era?
Vicent censor? o era para hacerte el interesante?
Ya informarás. Queremos saber
Bicos

prueba dijo...

No hombre, no le eches la culpa al chaval, que fui yo que me habia arreconfundio y borré lo que puse...

Salu2.

Sentet dijo...

Si es que piensas mal demasiado rapido, martinya, no se puede tener tan mala idea.

Para colmo yo lo he visto hoy en el curro y blogger me sale en chino, con lo que ni siquiera sabia que conyo ponia.

Now, it's time for your rectification, dear...

Anónimo dijo...

un crack
sin mas
(pep)
por cierto puedo decir por experiencia q los pantalones xinacos son cómodos
el cuñado de mi hermana (guiri residente en camboya)trajo unos y me los puse para disfraz y sí son cómodos
pero molt!
mezcla entre no me aprieta loshuevos(menos q en plan rapero) y la zapatilla no se pert en el camal

Anónimo dijo...

NO PIENSO DISCULPARME.
Es q sois unos aburridos. Esta era una oportunidad increible para metérmela doblada y contarme alguna historieta.
Pringaos!!!!!!!!!!!!