I took a trip down to L'America

viernes, 24 de agosto de 2007

Semos peligrosos

Me hubiera gustado contar esta batallita nada más volver, con el viaje golpeándome en las costillas, con esa extraña sensación de no saber ni qué hora ni qué día es. Sensación que se acentúa, además, en un viaje como el que hice hace dos días, ya que cruzas la línea de separación diaria. Es decir, en un momento pasa de ser martes a las 11:00 a ser miércoles a las 11:01, hop, hop! Y claro, eso desorienta a cualquiera, y al final no pudo ser. Como ayer tenía obligaciones más importantes, como irme de cervecitas, la cosa ha tenido que esperar hasta hoy.
Viene todo esto a cuento de las peripecias que tuve que pasar por los aeropuertos de "la casa de los libres y la tierra de los valientes", o al revés, o algo así. Antes de coger el primer vuelo, de Hilo a Honolulu, para cambiar de isla, tuve problemas con el billete. La secretaria del instituto me lo había cambiado para que cogiera el primer avión del día y no el segundo estando yo ya en Hawaii (por cierto, qué escándalo: escribes un correo a la que se encarga de los viajes diciendo "oye, quiero cambiar el vuelo de las 7:30 a las 6:30" y a la hora te contesta diciendo que todo en orden. Y lo pagan ellos, no tienes que adelantar el dinero. Esto es otro mundo...) Supongo que esa sería la razón por la que no encontraban mi billete electrónico por ningún resquicio del microprocesador. Al final, cuando ya no me llegaba la camisa al cuerpo (faltaba menos de media hora para que el avión despegara) dieron con él. Pero parece ser que la pesada losa de la sospecha ya había caído sobre mí. Nada más pasar el detector de metales, un policía me llevó aparte. Yo era uno de los elegidos "al azar" (ja!) para un control más exhaustivo. Cacheo, repasito con un detector supongo que más sensible y algo que supuse que sería una especie de análisis químico de mi mochila. El tío abría cremallera por cremallera, metía un papelito, lo restregaba por dentro y después introducía ese papelito en una máquina que, a los pocos segundos, sacaba en pantalla un gráfico. Por un momento me asusté, pero recordé que el verano pasado había cambiado la mochila que llevé durante casi toda la carrera por una nueva. De haber llevado la vieja hubiera aparecido de casi todo. Pólvora incluída, que aquella mochila se había pateado unas cuantas Fallas, con el cachondeo que hubiera acarreado.

Posiblemente todo esto no tendría que sorprenderme. Tendría que ir sobre aviso, pero es que la entrada en Hawaii, una semana antes, fue de lo más graciosa. Estaba enseñándole el pasaporte a un policía muy malcarado

-Are you from Spain?
-Mute on No, from the Valencian County. Estooooo Mute off Yes, I am
-From wich part of Spain?
-Mute on Ai, ai, ai, ja la tenim! A qué viene eso? Y a éste qué le importa? Mute off From Valencia, but now I'm working in Granada.
-Ah, great! My grandfather was from Sevilla.

Joder, éso era. Entonces me dí cuenta de que, efectivamente, el tío tenía una cara de jornalero de la aceituna que parecía recién salido de un cuadro de Julio Romero de Torres. Así que la cosa se tornó en una conversación de lo más agradble sobre cómo estaba de cara la vida por España, que si el año que viene quiero ir con mi mujer, que si podré dormir barato, que dónde me recomiendas ir... Tan buen rollo que no tuve que posar para la webcam ni dejar las huellas. Es posible que los ciudadanos de la UE estemos exentos de ese trámite, pero yo prefiero pensar que la llamada del aceite de oliva que a los dos nos corría por las venas le hizo olvidar el trámite.


Claro, tanto buen rollo a la ida sólo podía significar complicaciones a la vuelta. Me estaba sentando en el avión, todavía recuperándome del sofoco de que si llego, si no llego y me llaman por la megafonía del aparato. Llego a la puerta ["Ai, mare, que no han encontrado el billete, que me quedo en tierra"] y la misma tía del check-in me dice algo que yo entendí como que "your luggage is lost" "Comorr? Digo How?!" Me lo repitió y cuando oí "combination" lo descifré: mi maleta no estaba lost sino lock. Que le diera la combinación, vamos. El escribiente no sabía que las maletas en territorio de los iu-es-ei no pueden estar locked. Dejando ortodoxias a un lado, es de agradecer que la aerolínea tuviera la deferencia de preguntarme la combinación, puesto que, al llegar a casa y abrir la maleta, me encontré esto que se ve a la izquierda. Que si está cerrada, te reventamos el pestillo, rollito ley Corcuera, vamos.

No le demos más vueltas. Bien está lo que bien acaba y yo y mi maleta estamos sanos y salvos en Taiwán. "En casa", hay que joderse. Por cierto, he creído que ya era hora de cambiar el fondo de las fotos, que solía ser mi sábana con estampado megafashion de vaca, así que lo que véis detrás de la Transportation Security Administration Notice es la camisa que me compré en Hawaii. Acepto valoraciones estéticas...

1 comentario:

juandesant dijo...

Dichoso tú, que tuviste pregunta... a mí me reventaron la cerradura en un Granada-Madrid... y ni una nota oficial de registro.

Creo que lo hicieron porque llevaba un sospechosísimo cilindro metálico, que no era ni más ni menos que un desodorante en spray...

El otro mundo, a veces, sí que es más avanzado...